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Carmelo Jordá

Las falanges de Podemos

El pueblo tiene mucha suerte de que, ya sea gracias a las falanges o a las 'jons', sus verdaderos representantes tengan el riñón tan bien cubierto.

Pilar Zabala | EFE

La candidata de Podemos en el País Vasco, Pilar Zabala, ha explicado el desgraciado origen –no hay mal que por bien no venga– del dinero que le permitió adquirir la fabulosa casa en la que vive. Más fabulosa aún si se tiene en cuenta su condición de representante de los que sufren, los de abajo, la gente.

Cuenta Zabala que recibió una indemnización porque sufrió un accidente en el que se le amputaron dos falanges del dedo índice de la mano derecha, y, siendo como es odontóloga y diestra, eso le impedía ganarse la vida.

No quiero quitar ningún valor al sufrimiento por el que debió de pasar Zabala, pero uno no la ve tan incapacitada ni física ni mentalmente como para no poder ganarse la vida. En cualquier caso, me alegro de que su desgracia haya tenido un final feliz, de dos plantas y con huerto y todo.

Lo mejor es que, en su breve explicación, la podemita, además de recurrir un tanto rastreramente a sus hijos y su madre, asegura que "toda persona es libre de invertir en lo que considere". Gran frase en defensa de la especulación urbanística, no me dirán que no, que me ha llenado de espíritu liberal como uno se llena los pulmones de aire puro cuando sale al campo o a una urbanización cara de las afueras.

Pero ha sido un éxtasis pasajero, cuando he caído en la cuenta del significado profundo de toda la explicación de Zabala, que ha venido a decirnos que no había que preocuparse, que estuviésemos tranquilos porque ese dinero no lo había ganado con el sudor de su frente, sino gracias a las falanges de su dedo índice.

En resumen: que sólo es legítimo el dinero que se gana sin trabajar.

Lo más llamativo es constatar cómo esta norma, casi mandamiento, de ganar mucha pasta sin deslomarse es seguida a pies juntillas por la mayoría de los representantes de la gente y los de abajo, que disfrutan de esplendores económicos -o urbanísticos- al alcance de muy pocos de nosotros. Ahí tienen a la millonaria Bescansa, los ingresos que para sí quisieran algunos directivos del Ibex que luce Iglesias en los últimos ejercicios, los estudios brutalmente remunerados que firma pero no sabemos si hace Monedero o, a otro nivel, las becas black de Errejón, que no son millonarias, pero sí a cambio de nada. Eso por no hablar del desahogado patrimonio familiar de Rita Maestre, Ramón Espinar o Tania Sánchez.

Todos con mucha pasta y una vida laboral que dista mucho de ser tan esforzada como la de un minero polaco, pero también todos capaces de soltar intensas y extensas peroratas sobre la clase trabajadora y los que están sufriendo una crisis que ellos ven pasar de lejos, como un barco que bordea la costa mar adentro y desde el que se vislumbran, casi más allá del horizonte, los acantilados.

Pero bueno, no nos pongamos quisquillosos, porque lo importantes es que el pueblo tiene mucha suerte de que, ya sea gracias a las falanges o a las jons, sus verdaderos representantes tengan el riñón tan bien cubierto que pueden dedicarse en cuerpo y alma a la revolución proletaria, sin preocuparse de la hipoteca ni nada.

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