Alerta: desaparecida
Como han dicho los padres de Diana, le puede pasar a la hija de cualquiera y hay que decir basta.
La desaparición de una joven de 18 años es una tragedia nacional. Lejos de eso, lo ocurrido a Diana, una madrileña alta, guapa, de gran melena, en vez de ser percutido inmediatamente por telenoticias y diarios ha ido ganando actualidad de a poco, de forma inadecuada e insoportable. En contra de la realidad comprobada de que el paso del tiempo perjudica a los desaparecidos. La televisión actúa con su frivolidad habitual y los periódicos abandonan a la gente por lo que la gente abandona los periódicos. Hoy los directores no consideran que la desaparición sospechosa de una joven sea noticia nacional de primera página.
Los únicos que han estado bien en la crisis de Diana han sido sus padres: es nuestra hija pero puede ser la de cualquiera de ustedes. Pienso que cuando haya un gobierno de verdad se ocupará de los desaparecidos –¿dónde está Sara?, ¿dónde está Marta?, ¿dónde las que faltan?– pero hasta ahora Ciudadanos no ha dicho nada de la Seguridad tan deteriorada. Ni siquiera Girauta que bebe los vientos. Y eso en un país donde los desaparecidos no aparecen. Un país que ha dejado de ser una comunidad noticiosa donde ocurre una cosa en Galicia y no llega a Madrid o al revés. Y eso que el presidente en funciones es gallego y ha sido ministro del Interior. Pese a todo, la desaparición de Diana se ha extendido tarde. No ha habido una reacción fulminante como si el país estuviera conmovido. Pese a las desapariciones frecuentes no se ha creado un dispositivo nacional, las asociaciones de desaparecidos carecen de influencia y los políticos de voluntad para arreglar el asunto.
La seguridad, diputados, la seguridad. Ahora es un clamor en este país de desgobierno que las grandes fiestas están llenas de agresiones a mujeres: alcohol, drogas y depredadores sexuales. San Fermín y otras grandes concentraciones lo demuestran, pero la reacción ha sido tibia y pese al esfuerzo se ha extraviado una moza de 18 años que andaba sola casi a las tres de la mañana por una senda de la frondosa Galicia, creyendo de buena fe que las autoridades garantizaban su seguridad. Después de salir de una fiesta donde a lo peor está la clave. Algo muy grave pasa en un país en el que una desaparición sospechosa no es noticia de primera, en el que sigue funcionando de facto no investigar desapariciones hasta pasadas 48 horas, y donde tantas jóvenes se van para no volver, mientras los asuntos se solapan: una desaparición con la siguiente.
Políticos responsables retomarían esta rémora ahora que dicen enfrentarse a la corrupción, el despilfarro y la incompetencia en esa cumbre para la investidura. Como han dicho los padres de Diana le puede pasar a la hija de cualquiera y hay que decir basta.
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