La glorificación póstuma del terrorista
El atentado es publicidad y si el atentado es espectacular, la publicidad también lo será.
En medio de una cascada de atentados islamistas, varios medios franceses han decidido dejar de publicar las fotos de los asesinos. Uno de ellos es el diario Le Monde, que ya había tomado antes la decisión de no sacar imágenes extraídas de documentos de propaganda o de reivindicación del Daesh. En un editorial sobre cómo oponerse a "la estrategia del odio", su director, Jérôme Fenoglio, explica que el periódico ha optado por no publicar fotografías de los autores de las matanzas a fin de “evitar posibles efectos de glorificación póstuma”. Dice también que el diario sigue debatiendo sobre su praxis informativa ante estos actos terroristas y, en suma, sobre qué hacer ante “las prácticas de un enemigo que utiliza contra nosotros todas nuestras costumbres, todos los instrumentos de la modernidad”.
Uno de esos utensilios, huelga decir, son los medios de comunicación, medios que en el sentido más amplio del término, incluyendo a las redes, han sabido utilizar con particular maestría un grupo sanguinario como el Daesh. Sus vídeos, así lo han hecho notar muchos expertos en terrorismo yihadista, presentan una realización extremadamente profesional y se han convertido en un elemento crucial para hacer propaganda de sus crímenes, inspirar atentados y captar nuevos miembros. Pero la propaganda terrorista precede a los nuevos instrumentos mediáticos: es tan vieja como el moderno terrorismo. Y la actual sigue basándose en lo que los anarquistas llamaron “la propaganda por el hecho”.
El atentado es publicidad y si el atentado es espectacular, la publicidad también lo será. Cuando asesinaron a los atletas israelíes en Munich (1972), los de Septiembre Negro se jactaron de que "la elección de las Olimpiadas, desde el punto de vista puramente propagandístico, fue un éxito al 100 por cien. Fue como pintar el nombre de Palestina en una montaña que se pudiera ver desde las cuatro esquinas de la Tierra". Fue como pintarlo cubierto de sangre, hay que añadir, porque "el hecho" muestra el horror del terrorismo, lo hace aborrecible y cancela las justificaciones que esgrimen los terroristas para sus actos criminales.
No son los hechos, sin embargo, lo que quieren dejar de publicar varios medios franceses, sino las fotos de los autores. Y ello por la convicción de que difundir su imagen contribuye a darles fama, esa gloria póstuma de la que hablaba el director de Le Monde, y que eso puede alentar a otros a imitarlos. No está probado ni mucho menos, pero la cadena de atentados en Francia, como también en Alemania, estas semanas, tiene visos de efecto copycat. Y ese efecto imitador se agranda si los autores, como dice el profesor de psicopatología de la Universidad París-Diderot, Fehti Benslama, son individuos que quieren “ser reconocidos” y buscan “una gloria planetaria, tanto más grande cuanto más sanguinaria”.
En contra de la restricción adoptada, de momento, por Le Monde, BMF, RFI y Europe 1, se han pronunciado otros periodistas. Alegan que las redes yihadistas ya convierten en héroes a los autores de los atentados, por lo que la medida sería inútil, o que supone centrarse en exceso en el perfil psicológico de los terroristas, que perpetran los asesinatos no en su nombre, sino en nombre de una organización. Pero lo que se sabe de varios autores de atentados que se inspiraron en el Daesh indica que el perfil psicológico cuenta y mucho. Aún hay una razón más para apoyar la decisión de no publicar sus fotos, y la daba el redactor jefe de BMF-TV, Hervé Béroud. Después del asesinato del sacerdote Jacques Hamel, la cadena no quiso “vehicular la imagen del joven guapo sonriente que aparece en la foto, cuando resulta que acaba de degollar a alguien”.
En España, sabemos por experiencia que la glorificación del terrorista es un elemento clave de la propaganda terrorista y del mantenimiento de la cohesión de la banda y su entorno. Aquí se han evitado o tratado de evitar los homenajes y recibimientos a terroristas de ETA como si fueran héroes, que es un caso de glorificación directa. Pero el terrorismo inspirado por el Daesh nos enfrenta a otro tipo de glorificación que surge de las características de la sociedad mediática: la foto del asesino, miles de veces replicada, puede llegar a ser recompensa y acicate para matar.
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