Echenique en negro
Me alegro de que Echenique empiece a entender que no todos los que no pagan impuestos son explotadores que quieren que no haya hospitales ni colegios.
El podemita Echenique ha sido pillado en lo que, según la doctrina de su propio partido, es algo así como un delito mayor: no sólo pagar en negro a un trabajador evitando abonar los impuestos correspondientes sino, lo que es peor si es que hay algo peor que no pagar impuestos, aprovecharse de la situación de especial necesidad de un humilde asalariado.
Yo no soy tan estricto: asumo que en este país –y en otros muchos, probablemente también alguno de esos que todos tenemos por ejemplo de lo más intachable- todos pagamos en algún momento en negro o, simplemente, pagamos y no nos preocupamos de si luego eso es convenientemente declarado. Por ejemplo, yo cuando voy al taller no pregunto si tienen todo en regla ni les pido que me enseñen el contrato del currante que me arregla la moto.
Por otra parte, me alegro de que Echenique empiece a entender que no todos los que no pagan impuestos son viles capitalistas explotadores que pretenden con su cerril actitud que no haya ni hospitales ni colegios para el pueblo. Ya sólo le queda afinar la otra mitad del análisis y darse cuenta de que el problema no es este atroz sistema neoliberal, sino que lo que de verdad empuja a los trabajadores a defraudar a Hacienda es precisamente lo contrario: la salvaje presión fiscal que sufrimos todos, desde los más favorecidos a los menos y sobre todo la clase media.
Cabe la lejana esperanza, por tanto, de que tras este episodio se haya implantado en la mente de Echenique al menos la semilla de una duda y, si algún día llega al poder Dios no lo quiera, que de esta simiente crezca una planta compasiva que le lleve a cebarse algo menos con el sufrido contribuyente.
Mientras tanto, eso sí, Echenique lo ha admitido todo con una naturalidad pasmosa, como si que te pillen pagando en negro a un trabajador sea algo que nos pasa a todos semana sí, semana también. Y puede ser cierto, como les decía seguramente todos lo hemos hecho alguna vez, pero es que ustedes y yo no somos de Podemos; no hemos venido a llevar al los pueblos, las mujeres y las gentes al Parlamento; no estamos devolviéndole la dignidad a nadie; no vamos por ahí señalando con el dedo a la casta corrupta.
El problema de Echenique, por tanto, no es la gravedad de su falta, sino que por mucho menos él estaría encendiendo la pira de cualquiera. Es lo que tiene ir presumiendo de una infinita superioridad moral: al final ni tú mismo eres capaz de superar tu propio listón y en el intento no sólo quedas como un hipócrita, es que haces el ridículo.
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