Hacer a España grande otra vez
Las oligarquías políticas no creen en nuestro país, desdeñan la Patria y creen que los españoles no tienen remedio.
En España pasa algo que no tiene parangón en el resto de países de nuestro entorno: las oligarquías políticas no creen en nuestro país, desdeñan la Patria y creen que los españoles no tienen remedio.
Los políticos separatistas y la izquierda odian la idea de España. Los primeros, porque la quieren destruir para montar sus pequeños reinos de taifas, en los que ejercer un poder omnímodo. Los segundos, porque, a pesar de los años que han pasado, continúan identificando a España con el bando vencedor de la Guerra Civil. No es casualidad que en las regiones en las que los separatistas han gobernado las políticas de acoso y derribo de la idea de unidad nacional española hayan contado con el apoyo entusiasta de socialistas y comunistas. El resultado es claro: dos generaciones de vascos y catalanes han sido educados en el odio o, en el mejor de los casos, en la indiferencia hacia nuestra nación y sus símbolos.
Por si no fuera ya bastante tener a la mitad de nuestros políticos en contra, la otra mitad, la representada por los del centro y la seudoderecha, no ha destacado por ser una gran defensora de nuestro proyecto nacional. Presos de sus complejos y de su vacío moral, populares y centristas parecen incapaces de afirmar España sin a continuación hablar de la Unión Europea, como si lo de invocar a España exigiera matices o disculpas. Y no es raro escucharles proclamarse "ciudadanos del mundo". Son precisamente los últimos en llegar a la clase política, los de Ciudadanos, los que han dado mayores muestras de entusiasmo en esta materia. Sin ir más lejos, en su propuesta de reforma constitucional, los de Rivera han incluido la introducción de un mecanismo para transferir nuestra soberanía a Europa. Por primera vez en nuestra historia constitucional, nuestra Carta Magna incluiría la posibilidad de un suicidio nacional. Lo peor es que no hemos escuchado a nadie criticar tan desafortunada propuesta.
Nuestros políticos han hecho a España pequeña. La han hecho pequeña hacia adentro, haciendo crecer el Estado Autonómico más allá de cualquier línea roja. Ahora las comunidades autónomas controlan competencias esenciales, como las de educación y sanidad, y, gracias al dominio de los medios de comunicación y de la enseñanza, han fomentado los sentimientos regionales en detrimento de los nacionales. Y no es sólo una cuestión de sentimientos y de identidad: la descentralización política, lejos de acercar el poder al ciudadano, ha creado una oligarquía regional que controla los recursos públicos y ha multiplicado la burocracia y la corrupción por diecisiete.
España pequeña hacia adentro, por lo tanto, pero también insignificante hacia afuera, que entrega a la Unión Europea parcelas esenciales de nuestra soberanía y se somete de forma acrítica al dictado de una burocracia europea cada vez más corrupta e ineficaz. Y, lo que es peor, incapaz de dar respuesta a los desafíos que afronta nuestro continente.
Nosotros no vamos a colaborar con ellos. A diferencia de las oligarquías políticas actuales, en Vox creemos en España. Por eso, queremos desmontar el nefasto Estado de las Autonomías y reducir el aparato político al mínimo indispensable. Queremos quitar poder y recursos a los políticos y devolvérselos a los españoles. Desmontaremos el Estado del Bienestar de los políticos para preservar el Estado del Bienestar de los españoles.
Haremos cumplir la Constitución y utilizaremos todos los instrumentos legales para terminar con el desafío separatista catalán y hacer pagar a los responsables de los actos de sedición.
Abandonaremos el papanatismo europeísta del que ya hablaba Unamuno y exigiremos reformas profundas para democratizar la Unión Europea y hacer que vuelva a ser un instrumento útil para los europeos, y no, como es ahora, un nido de privilegiados burócratas que no hacen otra cosa que tratar de destruir las naciones europeas.
Pero, sobre todo, trabajaremos para que los españoles, independientemente de la región en la que residamos, tengamos los mismos derechos y obligaciones y recuperemos nuestro orgullo y nuestra autoestima nacional. Porque somos una gran nación, porque nuestra patria merece una defensa y porque estamos convencidos de que, entre todos, seremos capaces de "hacer a España grande otra vez".
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