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Guillermo Dupuy

Los más recientes (y silenciados) éxitos del separatismo

Ya está bien de anestesiarnos y de utilizar la inexistencia de un Estado catalán para ocultar la quiebra de nuestra nación como Estado de Derecho.

Tras asegurarse de que el proceso secesionista va a seguir teniendo una financiación indirecta pero decisiva del Estado español a través de los Fondos de Liquidez Autonómica, los golpistas que rigen la Administración regional catalana obtenían la semana pasada un nuevo e indiscutible éxito como es el compromiso del Gobierno de Rajoy de no recurrir leyes autonómicas de más que dudosa constitucionalidad con las que los separatistas pretenden por confesión propia seguir avanzando hacia la secesión.

Los sediciosos gobernantes catalanes llevan haciendo caso omiso a todas las sentencias de nuestros altos tribunales contrarias a su proyecto secesionista desde hace mucho tiempo, pero no por ello van a dejar de celebrar que el Gobierno de Rajoy ya ni siquiera se moleste en recurrir leyes que los nacionalistas defienden en aras del procés, como la relativa a la transformación del Institut Català de Finances –el ICO local– en un banco nacional –estructura de Estado fundamental contenida en todos los planes separatistas–, o la que permite a la Generalidad cobrar impuestos que debe recaudar el Estado.

No menor éxito para los nacionalistas catalanes constituye el hecho de que el ministro Méndez de Vigo haya rectificado la llamada Ley Wert y vuelto a rebajar las competencias del Estado a favor de las autonomías en las reválidas de la ESO y el Bachillerato. Por mucho que los nacionalistas catalanes hubieran hecho caso omiso también desde el primer momento a esa ley que pretendía que los alumnos estudiaran una misma historia en toda España, o que pudieran estudiar en castellano, no deja de ser un éxito para ellos que otras autonomías se hayan sumado a la desobediencia frente a las pocas competencias que se reserva una Administración central en retirada.

Con todo, el más formidable y silenciado éxito de los nacionalistas, aun no siendo el más reciente, lo constituye la existencia de Podemos, un partido con representación en toda España que asume el delirio nacionalista de que nuestro país es un Estado conformado por un conjunto de naciones a las que les corresponde el derecho a decidir si siguen o no estando unidas en ese Estado plurinacional. Asegurar que "Mas reniega de sus hojas de ruta y se suma a la vía Podemos de un referéndum pactado" supone ocultar que el referéndum pactado ya era una hoja de ruta del separatismo catalán desde los tiempos en que Podemos ni siquiera existía.

Resulta patético que algunos traten de anestesiarnos asegurándonos que el éxito de la formación de Pablo Iglesias en Cataluña constituye "el fracaso del procés por la contaminación de la política española", cuando en realidad es la política catalana –léase el proceso golpista que se desarrolla en Cataluña– la que está logrando contaminar y envilecer la política española. Lo que propone Podemos no es más que lo que ya proponía el Consejo Asesor para la Transición Nacional de Cataluña como una de las posibles vías hacia la independencia. El hecho de que finalmente se optara por una consulta unilateral como la perpetrada el 9 de noviembre de 2014 no significa en modo alguno que Puigdemont no estuviera ahora tan encantado como Mas en celebrar esa consulta rupturista con el beneplácito de "Madrid".

Ya podrá el catalanismo separatista estar tan "enfrentado, dividido y desnortado" como algunos nos vienen asegurando que lo está desde 2012, que eso no es nada comparado con el grado de enfrentamiento, división y desorientación que muestran las formaciones constitucionalistas que se supone deberían combatirlo. Y desde luego, ya está bien de anestesiarnos y de utilizar la inexistencia de un Estado catalán independiente para ocultar la indiscutible quiebra que la nación española padece como Estado de Derecho.

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