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Los papeles de Panamá han conseguido echar a un ministro de Rajoy. La leche.

Los papeles de Panamá han conseguido echar a un ministro de Rajoy. La leche. Esto tiene importancia. No lo puedo remediar, es un tema apasionante para los españoles que usamos los transportes públicos, vivimos con austeridad y pagamos nuestros impuestos para mantener el Estado. Tiene razón el ministro Montoro: nadie puede pertenecer a un Gobierno, si tiene empresas en paraísos fiscales. Yo diría que nadie puede formar parte de una sociedad civilizada y desarrollada moral y juridícamente, si no cumple con los deberes básicos con su comunidad, entre ellos pagar los impuestos. También tienen razón los actores, los directores de cine y los espectadores de las películas, cuando cuestionan la moralidad de Almodóvar, Imanol Arias y Bertín Osborne, y de otros más que irán apareciendo, por tener el dinero fuera de su país… Ya sé, ya sé, que es legal tener la pasta fuera de España. Pero todos sabemos de lo que hablamos. No nos engañemos con sutilezas legales. La realidad es terca. Quien se lleva la pasta de España, aparte de ponerla a buen recaudo, es por algo raro. Extraño. Así que no nos pasemos de legalistas con estos ricachones.

Los papeles de Panamá actúan sin contemplaciones sobre los impostores. Primero, les quitan el disfraz; luego, los muestran con sus vergüenzas al aire; y, finalmente, abochornan y ridiculizan a quienes tratan de quitarle importancia a los tipos que evaden sus obligaciones fiscales con el Estado español. Estos últimos resultan patéticos. Ridículos. Hacen distinciones de carácter escolástico, que harían sentir vergüenza a cualquier alumno de lógica de la universidad española del siglo XVI, para justificar lo injustificable: cada uno puede tener su dinero, dicen con facundia, donde le dé la real gana. Obvio, sinvergüenzas, pero que antes, por favor, lo declaren abiertamente a sus paisanos y, por supuesto, que cumplan con su deber de pagar al fisco.

Pero, como dice el amigo de la radio, vayamos a lo fundamental: Soria ha quedado al descubierto. Y, ahora, viene lo bueno: ¿quién protegerá a Rajoy que ha estado protegiendo a su exministro? Nadie. Rajoy lo tiene difícil, muy difícil, ¿cómo puede desvincularse el comportamiento de un exministro de España del que preside el Consejo de Gobierno? No entra en mi cabeza que alguien consiga desvincular la conducta de Soria de la de Rajoy. Además, ¿no dicen que el Consejo de Ministros es un órgano colegiado? En cualquier, y esto es lo determinante, hay que ser muy enrevesado, torticero y manipulador para balbucear algún tipo de argumento, ideologema o cosa parecido, que consiga persuadir a alguien de que Rajoy no tiene responsabilidad alguna en el comportamiento temerario, falso e impostado de su exministro Soria.

No, amigos, no le quiten importancia a la cosa explicando que esto es una venganza entre compañeros de gobierno o de partido. Bien, puede ser que eso sea una puñalada de otro ministro contra Soria, pero eso no exime de su responsabilidad a Rajoy. Dicho queda.

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