Los 'antisistema' que amamanta el sistema
Ya podrán ir de 'outsiders' y de luchadores antisistema, pero parece que no saben hacer nada si no es por cuenta del forzado contribuyente.
Si tenemos en cuenta que CEPS fue el embrión de la formación política que lidera Pablo Iglesias, resulta claro que el régimen chavista no andaba muy desencaminado cuando consideraba que su contrato con esa fundación marxista le permitiría "estrechar lazos y compromisos con reconocidos representantes de las escuelas de pensamiento de izquierdas, fundamentalmente anticapitalistas", que en España podrían "crear consensos de fuerzas políticas y movimientos sociales, propiciando (...) cambios políticos aún más afines al gobierno bolivariano".
Ahora bien, por vergonzoso que nos resulte que gente como Iglesias, Errejón, Monedero, Bescansa o Alegre cobraran de un régimen como el que padece Venezuela, más triste nos debería resultar que hayan cobrado, sobre todo, del Estado español y que, como profesores de Sociología, Ciencias Políticas o Filosofía, se hayan dedicado a inocular en nuestros educandos sus liberticidas y empobrecedoras doctrinas económicas, políticas y sociales.
Algunos dirán que la libertad de cátedra ampara a todos los docentes, por muy peculiares o incluso deplorables que nos parezcan sus doctrinas. Pero eso es precisamente lo que habría que denunciar: cómo la enseñanza estatalizada y financiada vía impuestos desvirtúa la libertad de enseñanza y convierte la libertad de cátedra en una servidumbre para los alumnos y en un privilegio para los docentes, que no tienen que rendir ningún tipo de cuentas ante los ciudadanos que les pagan sus nóminas o ante sus representantes. Y es que defender la libertad de enseñar lo que unos quieran cuando los otros no son libres para elegir y para pagar o no esa enseñanza resulta una auténtica falacia.
En cualquier caso, estas contrataciones de los profesores podemitas, además de darnos una buena idea del bajo nivel de la enseñanza universitaria española, nos muestra hasta qué punto estos presuntos antisistema son producto, radicalizado pero lógico, de un sistema dominante que idolatra al Estado, desconfía de los acuerdos voluntarios y de la libre empresa y que, más que generar emprendedores, alumbra a funcionarios.
Ya podrán los dirigentes podemitas ir por la vida de outsiders y de luchadores antisistema, pero parece que no saben hacer nada si no es por cuenta del forzado contribuyente, ya sea este español o venezolano. Y para lograr eso hay que estar muy instalado y muy integrado en el sistema.
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