Entre Trump e Iglesias
Entre Donald Trump citando a Mussolini y Pablo Iglesias twitteando que Arnaldo Otegui estuvo preso por sus ideas no damos abasto ante tanta estupidez.
¡Qué vida nos ha tocado! Entre Donald Trump citando a Mussolini y Pablo Iglesias twitteando que Arnaldo Otegui estuvo preso por sus ideas no damos abasto ante tanta estupidez. Y estupidez de la peligrosa. Porque si estos personajuchos llegaran al poder, como podría suceder con Trump en Estados Unidos, el odio y el terror estarían garantizados.
Nada más hay que ver cómo se comportan ambos, Trump expulsa a periodistas de sus conferencias de prensa, haciéndose el gracioso los manda a sacar al frío y pide a sus guardaespaldas que antes les quiten los abrigos. Su arma es el insulto. Idéntica arma usa Iglesias en contra de Pedro Sánchez, el "fatuo", y del resto de los políticos.
Tanto Trump como Iglesias se creen los Elegidos, así, con mayúscula, para gobernar a sus anchas y con puño de acero. Su mayor ejercicio político es el de afilarse los dientes para arrasar en contra de la democracia y de las libertades.
Hay una diferencia entre uno y otro, por supuesto. Trump es multimillonario haciendo capitalismo, su éxito es indiscutible. Iglesias pretende devenir millonario derribando el capitalismo, y con el dinero del capitalismo. Como buen comunista, su credo es arrebatar a los demás lo que han ganado con su esfuerzo y apropiárselo para reivindicar sus caprichos.
El ensañamiento discursivo de los dos se aplica mediante la payasería, la chabacanería y un tratamiento ultradimensionado del yoísmo. La petulancia de ambos da grima. Y sus ansias de venganza dan pavor. Trump pretende vengarse del mundo, no sólo de los comunistas, de los del partido demócrata, no, también arremete con furia contra su propio partido. Pablo Iglesias simula de manera demagógica vengarse de los opresores del pueblo, pero sin embargo se alía y recibe dinero de los chavistas y de los criminales iraníes, su modelo es el castrista, qué duda cabe.
Hace algún tiempo, un artista cubano de los que entran y salen de la isla me contó que Donald Trump había visitado secretamente Cuba, en su jet privado, para adquirir obras de pintores del patio. No le interesaban los pintores del exilio, por mucho que se nombraran Jorge Camacho, Carmen Herrera, Joaquín Ferrer, Gina Pellón, por sólo mencionar algunos grandes, ancianos ya, sino aquellos que pintaban para el régimen. Trump se ha manifestado en contra de la Ley de Ajuste Cubano, ha dicho estar de acuerdo con el acercamiento de Estados Unidos al castrismo, y para colmo, en uno de sus mensajes de campaña, ha arengado a no votar por los cubanos republicanos.
En cuanto a Iglesias, es obvio que ha bebido en las fuentes de la dictadura cubana. El desprecio con que observa a los demás así lo delata, y su afirmación de tener Cuba como "referencia". La Cuba de los sanguinarios, claro está.
Nada, lo que trajo el barco.
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