Otegi en la calle y el País Vasco en la UVI
La situación cada vez es más complicada en el País Vasco y, de no cambiar mucho las cosas, augura tiempos muy difíciles en esa región de España.
Las salida de Arnaldo Otegi de la cárcel este martes simboliza, y al mismo tiempo pone la guinda, en una situación que cada vez es más complicada en el País Vasco y que, de no cambiar mucho las cosas, augura tiempos muy difíciles en esa región de España.
Como ya están advirtiendo las encuestas, el panorama de los partidos constitucionalistas en el País Vasco es aterrador: Podemos y Bildu -o quizá Bildu y Podemos si finalmente Otegi es el candidato- pueden encontrarse en disposición de crear un frente extremista como ya ha ocurrido en Navarra, pero con consecuencias mucho más graves.
No es extraño cuando vemos cómo el constitucionalismo se ha rendido de forma preventiva ante el nacionalismo e incluso el terrorismo: ahí vemos un nuevo ejemplo con el hecho de que se permitan los homenajes a Otegi según sale de una cárcel en la que ha entrado por ser organizar una rama de una banda terrorista. ¿Qué es de esperar que ocurra en ellos? ¿Qué son en cualquier caso aunque no haya vivas a ETA?
Es un panorama en el que, aunque resulta terrible, muchos ciudadanos vascos pueden recurrir al PNV como la opción más moderada para un voto útil, pero no parece que el partido nacionalista sea la salvaguarda para evitar un proceso en el que lo más probable es que la tradicional burguesía a la que ha venido representando el partido jeltzale sea, como el propio PNV, fagocitada por una marea de extrema izquierda.
Magro consuelo será, de producirse esta avalancha, la justicia poética de que el mismo partido que desde tantos años en el poder ha favorecido el nacionalismo más radical de izquierdas y le ha permitido adueñarse de ámbitos como la educación, la cultura o los medios, se convierta también en víctima del monstruo que ellos mismos han contribuido a fortalecer.
En cualquier caso, la complejidad de la situación va mucho más allá del ámbito regional: que el País Vasco se sume a un desafío separatista como el que en estos momentos se plantea desde Cataluña redobla un desafío que ya es importantísimo y aún puede serlo más en el contexto de inestabilidad política en el que nos encontramos: con la representación mayoritaria de la nación dividida entre cuatro partidos uno de los cuales está abiertamente en contra del actual orden constitucional.
Lo que puede ocurrir en el País Vasco es, en suma, otra poderosa razón para que los tres grandes partidos que defienden el sistema democrático y la unidad nacional, se pongan de acuerdo y conformen, ya sea con síes o con abstenciones, una mayoría política sólida que nos aleje de experimentos que juntan peligrosamente lo peor del separatismo y lo más nocivo de la extrema izquierda.
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