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Miguel del Pino

Cría de perros y gatos. No a los piratas

La ciudad alemana de Baden-WuertTemberg ha sido el lugar elegido para celebrar la segunda conferencia de la Unión Europea sobre el bienestar de perros y gatos involucrados en operaciones comerciales.

El comercio de perros y gatos en la Unión Europea representa unos ingresos anuales de aproximadamente 1.300 millones de euros. Estamos ante un negocio que puede ser muy lucrativo, pero que requiere unos códigos de buenas prácticas por parte de los criadores verdaderamente escrupuloso.

Resulta sorprendente comprobar que sólo el 13 por ciento de los animales de compañía adquiridos procede de criadores más o menos legalizados a los que podríamos llamar profesionales, aunque habría que aclarar qué requisitos hay que exigir a quien pretenda alcanzar tal cualificación.

La crianza comercial de perros y gatos en la Unión Europea ha sido el tema central de la conferencia que comentamos y que ha contado con la participación de más de 120 participantes, entre los que se encontraban miembros de diversas instituciones, ministerios, servicios veterinarios, criadores profesionales y ONG.

Durante el año 2015 se ha venido desarrollando un minucioso estudio en doce países de la UE; sus conclusiones fueron presentadas por el Jefe de la Unidad de Protección de los animales del Departamento de Seguridad y Salud, Andrea Gavinelli, y del mismo se deducen las cifras millonarias a que nos referíamos en el encabezamiento de este comentario.

Falta de control de identificación

La falta de trazabilidad, es decir de poder identificar a cada animal de manera fiable, es la puerta de entrada a numerosas prácticas irresponsable y a "piratas" del negocio de los animales que se saltan la legislación y se hacen pasar por criadores vendiendo, exportando y jugando en definitiva con la salud y el sufrimiento de perros y gatos.

La gran mayoría de los ponentes coincidieron al señalar que la solución sostenible para poner fin a la terrible situación por la que pasa el comercio de animales de compañía empieza por la correcta identificación de todos y cada uno de los perros y gatos que circulan comercialmente por Europa.

El pedigrí canino se basó durante mucho tiempo en nuestro país en la buena fe y el honor de los criadores, hasta que comenzaron las prácticas de tatuar con claves registradas en el libro de orígenes y, posteriormente, en la implantación de microchips subcutáneos. Seguramente el futuro será la identificación individual mediante análisis de ADN, pero de momento no se ha llegado a la solución definitiva, y perros y gatos circulan amparados por papeles que en ocasiones tienen tanta fiabilidad como un euro de plástico.

La propia Comisión de la UE reconoció la falta de trazabilidad y su incidencia en el desarrollo de prácticas comerciales irresponsables, especialmente con el auge de la venta de animales on line. Internet, como en tantos otros campos del comercio, puede ser muy útil, pero también muy peligroso, especialmente en casos como el que tratamos, donde está en juego no sólo el bienestar animal, sino también la salud, animal y humana.

Quién debe llamarse criador

Cuando comentábamos que sólo el 13 por ciento de los perros y gatos comercializados procede de criadores profesionales, llegamos a la pregunta principal: cómo definir a un criador y qué exigencias deben plantearse para regular su actividad. Durante la Conferencia se identificaron algunos puntos clave, como los siguientes.

Debe exigirse una licencia a todos los que pretendan criar perros o gatos, con independencia del número de ejemplares con que operen.

Los criadores deben cumplir con los deberes fiscales que derivan de cualquier transacción comercial, y hay que exigirles una factura y la posibilidad de reclamar si no se han cumplido las condiciones ofrecidas, especialmente en lo referente al aspecto sanitario. Si se ofrecen cachorros vacunados y desparasitados, es imprescindible que el animal venga avalado por el correspondiente certificado veterinario.

La legislación de cada país debe ser cumplida de manera escrupulosa, pero también hay que vigilar de manera especial los movimientos comerciales transfronterizos que siempre deben pasar por la existencia de instalaciones de cuarentena en los centros de recepción. El control veterinario debería ser muy riguroso en todos los casos.

Se pide a los criadores el desarrollo de un código de buenas prácticas. Por poner un ejemplo, las perras y gatas reproductoras sólo son rentables durante dos o tres años, y sólo puede llamarse criador quien les asegure larga vida y cuidados durante todos los tramos de su existencia; también cuando ya no producen beneficios. Todos los reproductores deberán gozar de condiciones de vida en la compañía humana y ser tratados como tales, nunca alojados en jaulas o sin posibilidad de relacionarse e interaccionar entre ellos y con sus amos.

Respeto a los buenos y expulsión de los piratas

Los que tratan de enriquecerse con el tráfico de animales deben ser expulsados de este mundillo, y para conseguirlo basta con el control eficaz de la legislación y con el endurecimiento de la misma cuando la práctica demuestre que las medidas están resultando insuficientes, como ocurre actualmente en Europa. Los buenos criadores, que fomentan las razas caninas y felinas y actúan con criterios de selección casi deportiva y hacen gala de buenas prácticas, no deberían ser satanizados, a pesar de que sea perentoria la necesidad de adoptar el ingente número de perros y gatos que actualmente soportan las protectoras de toda la UE.

Las soluciones

La identificación por Chip de la totalidad de los perros y gatos de la UE y el fomento de la adopción de perros y gatos a nivel global son algunas de las recomendaciones de los participantes en esta segunda Conferencia sobre el bienestar animal celebrada en el pasado Diciembre en Alemania. España pasa por una situación especialmente sensible en cuanto a abandono de animales y debemos por tanto tomar en cuenta las sensatas reflexiones que acaban de proponerse en Wuerttembeg.

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