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EDITORIAL

Los ricos de Podemos

Pablo Iglesias ha demostrado que una cosa es criticar a los ricos y otra, muy distinta, negarse a serlo.

Decididamente, no parece que Pablo Iglesias se dedique a repartir sus bienes entre los parias de la tierra: con unos ingresos brutos anuales que superan los 107.000 euros y un patrimonio financiero que excede los 112.000, el joven comunista se sitúa ya en la élite mundial en términos de riqueza. Según Eurostat, en España sólo el 1% más rico gana más de 52.846 euros anuales, mientras que sólo el 7% de la población mundial, según estudios de Credit Suisse, tiene un patrimonio financiero valorado en más de 100.000 euros.

Está claro que una cosa es criticar a los ricos y otra, muy distinta, negarse a serlo. Sobre todo si uno se hace rico a costa del masacrado contribuyente –ya sea español, iraní o venezolano–, tal y como es el caso del dirigente podemita.

A diferencia de muchos de los ricos que tanto crítica, Iglesias no ha creado en su vida un solo puesto de trabajo ni ha contribuido en forma alguna a una creación de riqueza y prosperidad que no sea la suya propia. Su aportación a la comunidad, en forma de bienes o servicios, se ha limitado siempre a la divulgación de una ideología retrógrada y totalitaria que no ha generado más que muerte y miseria.

Pablo Iglesias no es el único, ni siquiera el más clamoroso, exponente de pijopogre o izquierdista caviar de que hace gala Podemos. Ahí están, sin ir más lejos, Carolina Bescansa, la diputada que dejó en casa a la niñera para exhibir su bebé en el Congreso, o la millonaria alcaldesa de Madrid Manuela Carmena. También en estos casos, una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo. Que se lo pregunten a los extrabajadores del marido de Carmena.

La riqueza que se amasa gracias al expoliado contribuyente y mediante la prédica del resentimiento social, la envidia y la demagogia más infecta no es tal, es de hecho rapiña miserabilizadora. Desgraciadamente, esa es la única que saben generar Iglesias y su partido, saturado de vivos que, sin vergüenza, claman puño en alto en pro de famélicas legiones que sólo se materializarán si aquellos tienen la oportunidad de venezolanizar España.

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