La ginecocracia
La salida no es otra que la dimisión de los tres hombrones para dar paso a las mujeres. Rajoy bien puede ceder los trastos a la pequeña Soraya.
Hay que hacer un alto a la corriente crítica negativa. El espíritu navideño me impele a aportar alguna solución para que se forme un Gobierno estable en nuestro querido país. Me siento encarnado en el espíritu de los arbitristas del siglo XVII, los que proponían soluciones mágicas para lograr la felicidad de los pueblos. Me apoyo en la idea de regeneración democrática que predican todos los partidos, siguiendo el novedoso pensamiento de Joaquín Costa.
Sencillamente, no cabe más que el concierto de los tres grandes partidos que creen en España como nación y que cuentan con representación parlamentaria: PP, PSOE y C's. Lo malo es que los respectivos líderes máximos se odian entre sí, especialmente los dos jayanes, Mariano y Pedro. Además, los tres líderes acumulan cierta frustración porque no consiguieron los votos deseados o esperados. Los tres presumen, cada uno a su modo, de que en su respectivo partido brillan las mujeres. Los tres anhelan anteponer el interés de España al del partido. Los tres se encuentran agotados. Los tres contemplan en la lejanía el modelo de la gran coalición alemana. Los tres se saben más o menos socialdemócratas. Son muchas las coincidencias.
Ha llegado el momento de mezclar en la batidora política las providenciales circunstancias que digo. La salida no es otra que la dimisión de los tres hombrones para dar paso a las mujeres. Rajoy bien puede ceder los trastos a la pequeña Soraya. Se trata de una brillante abogada del Estado, gran parlamentaria y conocedora de todos los entresijos de la alta administración del Estado. Sánchez estaría más guapo aún si permitiera el acceso a la secretaría general de su vetusto partido a la casta Susana. Rivera cumpliría muy bien su principio de no anquilosarse en los cargos si permitiera el ascenso de la bella Inés. Se podría formar un concierto femenino de gran efectividad: la ansiada gran coalición al estilo alemán. El trío podría entenderse muy bien con la Merkel y la Clinton. Definitivamente, vamos a una ginecocracia mundial. La política será otra cosa.
Lo lógico es que Sáenz de Santamaría fuera la presidenta con las dos vicepresidentas, Díaz y Arrimadas. Es una cuestión de votos y también de experiencia en un cargo nacional. No me vale la fórmula coral que han inventado en Cataluña y que va a ser un desastre. Por cierto, el primer problema que ha de afrontar el nuevo régimen ginecocrático español es el contener el cantonalismo que se nos viene encima.
Comprendo que resulta muy duro prescindir de los servicios de Rajoy, Sánchez y Rivera. Se necesita alguna compensación para agradecerles los servicios prestados. Ya está. Los tres pueden ser nombrados consejeros del Consejo de Estado; tienen suficiente currículum para ello. Allí tendrán todos los privilegios de la alta política. Sus consejos y dictámenes serán muy útiles a la gobernación del Estado.
¿QuE no me van a hacer caso? Allá ellos. La única salida entonces es que nos encontraríamos abocados a nuevas elecciones. El ganador sería entonces Podemos y sus acólitos. Desgraciadamente se cumpliría mi predicción de hace más de un año sobre el asalto al poder de Podemos al modo como lo hizo Hitler en su día. Cada vez está más claro que Podemos es un partido totalitario con muchos votos.
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