Por qué votaré hoy a Ciudadanos
Uno no vota por confianza en un líder o en un partido sino en defensa propia.
Hoy votaré por primera vez a Ciudadanos. Hubiera preferido hacerlo hace diez años, cuando nació en el Tívoli de Barcelona de la sabia mano de Boadella, Arcadi, Robles y otros que ahora apenas recuerdan sus herederos. Es ley de vida la ingratitud, sobre todo en los políticos, de ahí que no me sorprendiera que en el maravilloso homenaje de Libres e Iguales a Boadella en el Muñoz Seca no apareciera en la pantalla un mensaje de Albert Rivera. Desde que se inventó la agenda política y el verbo mostrenco agendar, la gente con muchos compromisos sociales ha encontrado la excusa perfecta para no hacer honor a sus compromisos personales. ¡Pobrecitos ocupados cuando los desocupen! Así que no votaré a Ciudadanos porque espere que, si llegan al Poder, sean mejores que Miguel Ángel Rodríguez o Carmen Martínez Castro. Es difícil ser peores, pero todo es ponerse. Y uno no vota por confianza en un líder o en un partido sino en defensa propia. Sin más.
La misma gente, el mismo sueño
En la noche del Muñoz Seca -abuelo de mi amigo Alfonso Ussía y genial autor de La venganza de Don Mendo, al que, en venganza por haberlo asesinado en Paracuellos, Los Chikos de la Cheka quieren quitarle su calle-, había, "en breve espacio", mucha gente que, de una u otra forma, ha contribuido, desde dentro o desde fuera, al nacimiento del partido que votaré hoy. A la sombra mayestática de Cayetana Alvarez de Toledo y al minucioso cuidado de Arcadi Espada estaban en el escenario el amor y los amigos de Boadella. Abajo, en el patio de butacas, a mi lado, Mario Vargas Llosa y Esperanza Aguirre; y en los íntimos alrededores, Antonio Robles, Fernando Iwasaki, Toni Cantó, Carmen Iglesias, Fernando Falcó, Redondo Terreros, Vidal Quadras, Rosa Díez, Santiago Trancón y Loli, Carina Mejías y su marido, Verónica Puertollano y su madre, amigos que no veía desde la Barcelona que fue; en la pantalla iban apareciendo Savater, Azúa, Trapiello, Aznar… muchos personajes de la literatura, del periodismo, del gran teatro, es decir, de la política en la España de las tres últimas décadas.
¿Y qué podía unir en el Muñoz Seca a los del Manifiesto de los 2.300, a los liberales de Albarracín y Libertad Digital, a los militantes del PP, PSOE, UPyD, VOX, C´s y demás agavillados en Libres e Iguales? Por supuesto, Albert Boadella, que estaba allí; y Albert Rivera, que ni lo está ni puede estarlo porque ya no es el sueño nacional y liberal de una minoría de peones negros y notables rojos, de patriotas y de intelectuales, de diletantes y profesionales de la política que hemos creído ver en las siglas de UCD, del Partido Reformista, del PP, de UPyD, de Vox y, ahora, en ese partido que, tras diez años catalanes heroicamente españoles, lleva diez meses proyectando una ilusión o fantasía nacional para toda España. Lo que unía a los que, de una u otra forma, hemos ido ayudando a nacer esa criatura llamada Ciudadanos y que antes ha tenido otros nombres, es que ya no es nuestro, sino de todos los españoles. Para lo que pueda servir. Quizás, emocionados con Boadella, no advertimos que celebrábamos también la mayoría de edad de su criatura, Ciudadanos, que ya ha abandonado la casa paterna y ya no es un proyecto cívico sino nada menos que un partido más.
España no tiene otra cosa a mano
Por eso voy a votarlo hoy: porque es, sencillamente, un partido político más, el que creo que puede defender mejor que cualquier otro a la España como nación de ciudadanos libres e iguales que siempre hemos querido ser, que nunca renunciaremos a ser. Hoy votaré a Ciudadanos por lo mismo que voté al PP hasta las generales de 2008, a UPyD en 2011, a VOX en las europeas y al PP de Madrid en las municipales y autonómicas. Votaré a Ciudadanos porque voto contra Podemos, contra el PSOE y contra el PP de Rajoy. Y si mañana este partido político, Ciudadanos, traiciona la idea nacional y liberal que siempre he defendido, o si aparece otro partido que pueda defenderla mejor, dejaré de votarlo.
Puede que entonces vaya a un homenaje a Albert Rivera como el que rendimos a Boadella en el Muñoz Seca. De momento, le agradezco que hoy pueda votar entreabriendo los ojos y sin taparme la nariz. No espero que Ciudadanos haga milagros; tan sólo que cumplan su promesa de defender a la Nación y promover la separación efectiva de los tres Poderes del Estado. Ah, y que se comporten con un mínimo de honradez y urbanidad. No me parece pedir mucho y, en cualquier caso, España no tiene otra cosa a mano para defenderse. Ojalá no se parezcan demasiado pronto a todos los demás.
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