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Pedro de Tena

El enigmático voto andaluz

Cualquier error, menosprecio o dislate puede cambiar las claves, muy frágiles, del enigma andaluz.

En las elecciones generales de 2011 fueron a votar casi 4.400.000 andaluces, con una abstención de casi el 30 por ciento. En las pasadas elecciones andaluzas de marzo votaron poco más de cuatro millones de andaluces, con una abstención del 36 por ciento. En las pasadas municipales de mayo lo hicieron casi 4 millones de andaluces, con una abstención del 38 por ciento. Esto es, la abstención ha crecido ininterrumpidamente desde aquella victoria abrumadora de un Mariano Rajoy que logró la confianza de casi 2 millones de andaluces. Desde entonces, la desconfianza hacia el PP le ha sustraído más de 800.000 votos, que se han desparramado entre Ciudadanos, el PSOE y la abstención, sustancialmente. Nadie puede discutir seriamente que el resultado de las elecciones del próximo día 20 en Andalucía puede ser decisivo para la composición del Congreso, la estructura del nuevo Gobierno y la elección del nuevo presidente. Pero el voto andaluz es hoy más enigmático que nunca. Se trata, nada menos, de entre el 15 y el 18 por ciento de los votos nacionales, 60 escaños al Congreso y 32 al Senado. Un peso muy notable para un voto demasiado indeciso.

Hay varios factores que contribuyen a la oscuridad del voto andaluz. El primero de todos, y más notable, el factor Juan Marín y el comportamiento de Ciudadanos en Andalucía, que ha decepcionado profundamente a todos los votantes del PP andaluz que, desanimados por su partido, deseaban refugiarse en brazos de Albert Rivera. Ahora tendrán que decidir si votar a un PP que no remonta en el sur a pesar del efecto Juan Marín, votar a Ciudadanos, partido que ha supuesto la perpetuidad de un régimen corrupto o elegir la abstención como protesta pasiva.

No menos confusa está la situación en la izquierda. Por un lado, el PSOE se presenta a sí mismo dividido en facciones. Los sucesivos encontronazos de Susana Díaz con Pedro Sánchez han suscitado la perplejidad de quienes creían haber recuperado el voto socialista andaluz pero ven cómo se despeña el voto socialista en España. Una derrota clara de Pedro Sánchez provocará la marcha de Susana Díaz a Madrid y una nueva crisis política en Andalucía, combinable con un hipotético puzzle de Ciudadanos apoyando al Gobierno del PP en España y al Gobierno del PSOE en Andalucía.

Por último, la izquierda radical ascendente de Podemos presenta una herida interna considerable. Por una parte, están siendo apoyados por el PSOE, al que atacan en los municipios que gobiernan, lo que les resta fiabilidad. Por otra, se atacan internamente –Teresa Rodríguez no es precisamente una fan de Pablo Iglesias–, habiendo provocado ya deserciones cualificadas. Por último, la momia de Izquierda Unida sigue apareciéndose a los electores en clara confrontación con Podemos. Un confuso panorama.

El CIS vaticinaba un notable crecimiento de Ciudadanos (11-14 escaños), a costa del PP (con un hundimiento de 12-14 escaños); un mantenimiento del PSOE a la baja (de 20-a 25 escaños), un estancamiento del efecto Podemos (alrededor de 5 escaños) y casi la desaparición de Izquierda Unida (un escaño o ninguno). Pero cualquier error, menosprecio o dislate puede cambiar las claves, muy frágiles, del enigma andaluz.

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