Sí, Venezuela sigue siendo una dictadura
No, no hay democracia en Venezuela, como tampoco la había en el Chile de Pinochet, ejemplo del que, ay, no quieren acordarse.
La alegría por la contundente derrota del chavismo en Venezuela se me ha enturbiado un poco -sí, ya sé que no debería hacerles caso, pero es que se me revuelven las tripas- al ver a los bolivarianos de aquí presumir de la gran democracia que se vive en el mismo país en el que Leopoldo López sigue en la cárcel.
"Una dictadura en la que la oposición gana las elecciones", tuitean ufanos cuando no saben muy bien cómo explicar que el pueblo -"los de abajo", "la gente"- le haya dado la espalda al socialismo, tal y como siempre hace en cuanto tiene una pequeña rendija por la que derribar el muro de la tiranía.
Pero que se celebren unas elecciones no significa que haya democracia, ni siquiera cuando las gana una oposición encarcelada, machada a golpes, cuando no a tiros, marginada en los medios de comunicación controlados por el gobierno o en unos tribunales tan lamentables que hasta algunos de los actores de la farsa tienen que irse del país, avergonzados y atemorizados.
No, no hay democracia en Venezuela, como tampoco la había en Chile cuando Pinochet convocó un referéndum que, tal y como ha ocurrido ahora, ganó la oposición. Un ejemplo del que, ay, no quieren acordarse.
Venezuela sí puede, aunque por desgracia no está claro que lo consiga, construir a partir de ahora una democracia que realmente lo sea, desmontando el control del Estado -o del Gobierno- sobre prácticamente todo: los medios de comunicación y la Justicia, como hemos dicho, pero también la economía, la Seguridad o mejor dicho su falta, el ejército convertido en poco más que una milicia de partido... Será un esfuerzo titánico y, probablemente, tendrá enfrente a un régimen no sólo dictatorial sino también criminal.
Y España puede, espero, tener en la pobre cabeza de nuestros amigos venezolanos el escarmiento que nos evite pasar por el infierno que ellos han sufrido, porque esos que ahora presumen de las excelencias de la democracia venezolana quieren traerla aquí, y vendrá con el pack completo: con la violencia, la miseria, la división social, la destrucción moral... Presumiendo de sus buenos sentimientos y tocándose el corazón, pero con las ideas claras y las intenciones muy turbias.
No se dejen engañar por las sonrisas y las "máquinas de amor", ahora se puede evitar, antes de que nos pasemos un par de décadas en el camino del horror. Miremos a Venezuela, a la heroica Venezuela, y no comentamos los mismos errores.
Y, sonrían, sí, sonrían a la libertad que está por llegar allí donde solo había tiranía y ahora, al menos, hay esperanza.
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