Los retrocesos del ISIS
Con los atentados en Occidente, el ISIS puede estar tratando de tapar sus retrocesos sobre el terreno.
El 13 de noviembre, unas horas antes de que la noche se rompiera trágicamente en París, se difundía una noticia a la que se le iba a prestar, lógicamente, poca atención. El ISIS había perdido una posición importante, la ciudad de Sinjar, al norte de Irak, expulsado por las fuerzas kurdas y los milicianos yazidíes. Además, los kurdos pudieron cortar una carretera que servía de ruta de abastecimiento para los yihadistas. Este retroceso del ISIS no es el único relevante que se ha producido: ha tenido que abandonar gran parte del territorio que controlaba en la frontera con Turquía. Los kurdos le están obligando a retroceder desde septiembre de 2014.
Lo primero que hay que extraer de esos acontecimientos es un recordatorio necesario: ya se está combatiendo al ISIS sobre el terreno. Los que claman por una intervención al estilo de la que se hizo en Irak en 2003, como los que advierten que no se podrá acabar con el grupo terrorista sin enviar tropas, no deberían olvidar que ya hay boots on the ground. Cierto que algunas de ellas, como las del ejército iraquí, no han sido muy eficaces. De ahí que el adiestramiento, en el que colabora España, sea tarea importante. Como lo es también el apoyo aéreo: unos bombardeos que llevan a cabo en su mayoría los EEUU, pero en los que cooperan países árabes como Jordania, uno de cuyos pilotos, por cierto, fue quemado vivo por los salvajes del ISIS.
Lo segundo a anotar es una buena noticia: a pesar de todos los defectos y problemas de la intervención en curso, el ISIS está perdiendo el control del territorio que llegó a ocupar y que constituía una pieza esencial de su retorcido atractivo para la juventud radicalizada. Y tanto para la que vive en países occidentales como para la de los países de la zona: las filas del ISIS se nutren sobre todo de tunecinos. Es una paradoja más. Túnez es el país árabe que más exitosamente ha transitado hacia una democracia después de las fallidas primaveras.
De la buena noticia viene seguramente la mala. Con los atentados en Occidente, el ISIS puede estar tratando de tapar sus retrocesos sobre el terreno. La masacre de París sería, por así decirlo, un golpe publicitario destinado a compensar las derrotas que se le están infligiendo y evitar que mengüe su reclutamiento. Un grupo terrorista que pueda presentarse como victorioso tiene más posibilidades de reclutar que uno que está fracasando. Lo sucedido con Al Qaeda es ejemplo cercano de ello.
Para una banda terrorista, un atentado espectacular hace de reclamo y anuncio. No en vano los anarquistas del XIX consideraban el terrorismo como "la propaganda por el hecho". De entonces acá, los discípulos han aventajado a los maestros. Después de la masacre en las Olimpiadas de Múnich de 1972, cuando terroristas palestinos secuestraron y asesinaron a once atletas israelíes, Septiembre Negro, autor del atentado, emitió un comunicado que mostraba sin rebozo el objetivo publicitario:
A nuestro juicio y a la luz del resultado, hemos conseguido uno de los mayores éxitos en la acción de un comando palestino. Una bomba en la Casa Blanca, una mina en el Vaticano, la muerte de Mao o un terremoto en París no podrían haber alcanzado un eco como el de la operación de Múnich en la conciencia de todos los hombres a lo largo y ancho del mundo. La Olimpiada despierta el interés y la atención de la gente mucho más que cualquier otra cosa en el mundo. La elección de la Olimpiada, desde el punto de vista propagandístico, fue un éxito al cien por cien. Fue como pintar el nombre de Palestina en una montaña que se pudiera ver desde las cuatro esquinas de la Tierra.
La matanza en París el viernes, 13 permitió al ISIS pintar su nombre en la montaña y que lo vieran desde las cuatro esquinas del planeta. Pero no está ganando -nunca podría, en realidad-, sino que está perdiendo. Así lo atestiguan sus retrocesos en los territorios que controlaba, al igual que la rápida y eficaz acción policial en Francia y Bélgica. El ISIS se ha crecido en el caos de la guerra siria, pero no ha mostrado una particular inteligencia estratégica, como expone este indispensable artículo. Ha salido adelante contra todo pronóstico, creándose todos los enemigos posibles. El problema es que todos sus enemigos en la zona han tenido otras prioridades antes que acabar con el ISIS. Y ese problema aún no se ha resuelto.
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