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Federico Jiménez Losantos

Rita no asaltará la mezquita

Rita Maestre es el símbolo posh de esa izquierda para la que todo lo que suponga la destrucción de Occidente es más que justo.

Tras la masacre islamista de París, ni Rita Maestre asaltará la mezquita de la M30, ni el Fondo Hispano-Saudí de Campechano y Corinna financiará su exhibición de lencería, ni Pablo Iglesias debatirá con Margallo en HispanTV si el Islam es la Fe con agallas -a Hugo Chávez lo llamaba "demócrata con agallas"- o la Sublime Puerta de la Alianza de Civilizaciones de Erdogan, Zetapé y, la semana pasada, Margalloté. Si acaso, Izquierda Unida radicalizará su programa electoral contra la religión católica y propondrá la devolución de la Catedral-Mezquita de Córdoba al Islam, para asegurar la Paz, el Desarme y la Libertad, al soviético modo.

Tal vez, en esta ocasión, el concejal Zapata no bromeará diciendo que cinco millones de judíos caben en un 600 si tiene cenicero, pero el Ayuntamiento de Madrid puede anunciar que varios edificios singulares restaurados para disfrute de los okupas se destinarán a las víctimas de los bombardeos franceses contra el Estado Islámico. Y quizás esta vez Jorge Verstrynge reprimirá su natural nibelungo y no dirá, como cuando el 11S, que los americanos –en este caso los franceses- se lo estaban buscando. Sé que lo piensa, pero mejor que no lo diga este lunes. El martes, en la Sexta y la Cuatro, todo volverá a la normalidad y Errejón, el ExNiño de la Beca y excompañero íntimo de lucha de Rita culpará a Hollande de la masacre de París. Si el PP, dice, "incendia Cataluña", ¿cómo criticar a los islamistas que celebraban la masacre en París con el hagstag #parisenllamas?

Iglesias y su canal de televisión iraní

Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid PGDS -por la gracia de Snchz, el líder que islamizó su apellido amputando consonantes-, es el símbolo posh de esa izquierda para la que todo lo que suponga la destrucción de Occidente, de sus instituciones antiguas y modernas, es más que justo. Ahora que, gracias a Snchz, Carlotti y Vasile, ya disfrutan –ella y su padre- gestionando la repugnante escombrera occidental, tal vez no grite a los católicos, ataviada de hurí yihadista, lo de "¡arderéis como el 36!". Ya ha dicho que cuando asaltó la capilla de la Complutense "era muy joven", así que ha tenido tiempo de aprender que la quema de Iglesias en Madrid fue en 1931. Pero el secuestro, violación, tortura y asesinato de católicos en las checas del Frente Popular sí fue en 1936. ¿No amenazaba con eso?

Este sábado, el que, por cruel sarcasmo, carga con el nombre de Pablo –ni siquiera Saulo- y el apellido de Iglesias –ni Quemadas ni Mezquitas- dijo que Podemos no se sumará a ningún pacto antiyihadista. Faltaría más. ¿Cómo iba a hacerlo el chico de HispanTV, la cadena de Irán? Pero, claro, ¿cómo podía perder la ocasión de darnos clases de ética? Así que añadió: "No nos sentimos identificados en los valores de ese pacto, pensamos que combatir al yihadismo implica defender más que nunca los valores europeos"(…) "En los últimos 15 años algunas intervenciones militares patrocinadas por Gobiernos en nuestro país no han servido para reforzar nuestra seguridad".(…) "Pensamos que ahora más que nunca el compromiso con lo que significa Europa tiene que ver con la defensa de las libertades de todos, que no pase en ningún caso por la venganza".

Es decir, que, en nombre de Europa, hay que impedir que Europa se defienda. Eso sí, antes de predicar la rendición de Francia, Iglesias añadió esta majadería digna de Fernando Trueba: "El pueblo francés nos enseñó el significado de palabras como libertad, igualdad, fraternidad, democracia y derechos humanos". Justamente por eso Trueba se declara a favor de los ejércitos napoleónicos en la Guerra de la Independencia, y le enmienda la plana a Goya, que en los Fusilamientos del 3 de mayo censuró el modelo didáctico del Profesor Robespierre y el catedrático Bonaparte, los héroes de Lenin, de Stalin y de el marxismo académico "con agallas", ese sendero luminoso que va de Lefevre y Soboul a Althusser y Harnecker, de Chu-en-Lai a Pol Pot, de los Castro y el Che a Guzmán, Chávez …y, tal vez, Pablo Iglesias.

Porque hace apenas dos años Iglesias reivindicaba el símbolo de una parte del pueblo francés, la peor, que es la guillotina, usada salvajemente contra otra parte, la de Luis XVI y los aristócratas pero también la de los burgueses liberales y los campesinos de la Vendée. Iglesias defendía así la Francia genocida, la que inaugura el terrorismo de Estado moderno, luego cultivado por Lenin, Stalin, Hitler y Mao. Iglesias no elogiaba la Francia de la Declaración de derechos del Hombre, sino la de Marat y la de Fouché, no la Ilustración sino el Terror. Por eso Soto, otra criatura robespierrina del concejo madrileño, pedía que se guillotinara –no que se le fusilara o se le diera garrote vil, muertes sin pedigrí- a Ruiz-Gallardón en la Puerta del Sol.

Robespierre en Fort Apache

A las pruebas me remito: Iglesias inició así uno de sus Fort Apache en HispanTV, la cadena de esa teocracia iraní que lapida mujeres, ahorca homosexuales y financia el terrorismo islámico de medio mundo. El del otro medio, empezando por las mezquitas y el futbol, lo financian Arabia Saudí -la del Fondo de Campechano y Corina- y Qatar -del fondo del Barça y Roures, el Creso de Mediapro, el gran amigo de Iglesias y Monedero-. Si no se soporta verlo, exhibiendo una feliz sonrisa de torturador, basta leerlo:

"El acontecimiento fundacional de la democracia moderna es la Revolución Francesa, que inauguró las bases ideológicas de la modernidad que todos los demócratas compartimos. (…) ¿Y saben cuál es el acto que simboliza la proclamación histórica de la democracia? Cuando a un rey, Luis XVI, le cortan la cabeza con una guillotina. (…) ¡Cuántos horrores nos habríamos evitado los españoles de haber contado a tiempo con los instrumentos de la justicia democrática!". (…) Y es que, como dijo Robespierre, castigar a los opresores es clemencia; perdonarlos, es barbarie. ¡Qué actual la reflexión de ese gran revolucionario!"

Iglesias y sus "epitafios" periodísticos

Todo en ese Iglesias, el de verdad, antes de la fama, es totalitario: desde el "todos los demócratas compartimos" –o "compartes" o no eres demócrata- hasta esa monserga de "la modernidad" que oculta que la gran revolución que proclama los Derechos del Hombre no es la francesa, sino la que nace de la Declaración de Independencia de los USA en 1776 y se consagra en la Constitución de 1786. Pero ese mágico texto que comienza "We the people…" no se hizo para guillotinar a un rey o a quien se opusiera al Poder, sino para controlar al Poder. Esa es la raíz moderna de la libertad, en cuya estela se sitúan la constitución polaca y la liberal española de 1812.

Pero, a diferencia de la revolución americana, que declara sagrados los derechos individuales -aunque excluyera a las mujeres y a los esclavos, que sí fueron emancipados en Francia y España- la francesa desembocó en el moderno terrorismo de Estado, el genocidio por razones ideológicas, la negación de los derechos de la persona, sometida al Pueblo –al Déspota que se proclama su representante- y a la que priva, como en todo despotismo, de cualquier garantía legal. La Libertad, la Propiedad y la Igualdad ante la Ley, derechos sagrados en la doctrina liberal, fueron abolidos en favor de esa difusa Fraternidad, tan arbitraria que Robespierre –y su fan Iglesias- la llama sádicamente "clemencia", placer de psicópata en el que proclama su derecho a degollar a cualquier enemigo político. O ideológico. O religioso. O personal. O, como su antiguo amigo Camille Desmoulins, periodístico.

Tras haber votado alegremente la muerte de Luis XVI, Desmoulins quedó sobrecogido por la masacre de Campo de Marte y se pasó al grupo de los "indulgentes", contrarios al asesinato en masa impuesto por los jefes de la Revolución. Tratando de desandar el camino jacobino, Desmoulins editó el periódico Le vieux cordelier, apelando a los antiguos sentimientos de humanidad, pero sólo llegó a publicar tres números, Robespierre lo hizo matar junto a su mujer, Lucie, dejando huérfano al mismo ahijado del que Iglesias llama "gran revolucionario", o sea, el matarife Robespierre. Tan vil asesino es su modelo, Hugo Chávez era su tesorero y Teherán su productor. ¿Cómo iba a sumarse a un pacto contra el yihadismo un tío que sólo está en guerra con Aznar y Bush, con los USA, Francia… y España? Porque si no estuviera en guerra con España, no se habría aliado con la ETA en Navarra.

La guillotina es el "epitafio" que Iglesias pretende aplicar a ciertos periodistas españoles, entre los que tengo el honor de contarme. Pero volvamos a París. ¿Cómo iba el Leninín de la Complu, Robespierrillo de Caracas, a alistarse contra el yihadismo, los degolladores de Alá, alguien que sueña en público con ser Sansón, cruel verdugo de la Diosa Razón? Se equivoca la periodiplomacia del ping-pong: ni Pablospierre será otra cosa que aspirante a verdugo ni Rita se atreverá nunca a asaltar una mezquita.

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