Sin honestidad, la relación EEUU-Israel no se recompondrá
La Administración Obama no está muy contenta con el nuevo libro de Michael Oren, exembajador de Israel en Washington.
La Administración Obama no está muy contenta con el nuevo libro de Michael Oren. Las revelaciones que hace el exembajador israelí en EEUU no son particularmente impactantes para quien haya estado al cabo de la calle desde enero de 2009. El presidente Obama llegó al poder con algunas ideas respecto a crear conflictos entre Israel y EEUU y después se han sucedido más de seis años de disputas y hostilidad públicas. Como ha escrito John Podhoretz,
la cruda animadversión de la Administración está alarmantemente presente en casi cada una de las 374 páginas del texto, y va mucho más allá de la problemática relación entre el presidente y el jefe de Oren, Benjamín Netanyahu.
Pero aunque Oren, un respetado historiador y no un ideólogo derechista, atempera su relato con panegíricos a la buena voluntad de algunas figuras de la Administración y evita adjudicar a Obama malos deseos cuenta de la supervivencia de Israel, la reacción de Washington a su libro ha sido furiosa. La rabia y la disposición de algunos políticos israelíes a doblegarse a la pretensión de que todo va fenomenal entre el Estado judío y Obama no van a solucionar el problema que Oren ha puesto de manifiesto. Al contrario, si la relación ha de recomponerse en los próximos años será necesaria la clase de honestidad que ha desplegado Oren.
La posición oficial de la Administración sobre la obra de Oren es que no refleja la realidad y que éste no es más que un político que trata de vender libros. El portavoz del Departamento de Estado, John Kirby, que se puso en ridículo en su mero primer día de trabajo cuando trató de colar que el secretario de Estado Kerry no había cambiado de postura en lo relacionado con el acuerdo con Irán, ha dicho que el libro es "absolutamente erróneo y falso", pero no ha refutado uno solo de los hechos en él reflejados. Kerry y el embajador norteamericano en Israel, Dan Shapiro, también han basureado a Oren tachando de "imaginaria" la hostilidad que describe de Obama hacia Israel durante la guerra del pasado verano, cuando EEUU no sólo dejó de enviar armas a Israel sino que concedió una victoria a Hamás al suspender los vuelos norteamericanos al Aeropuerto Ben Gurión.
No contentos con eso, han exigido al primer ministro Netanyahu que reniegue del relato de los acontecimientos hecho por Oren. Que Netanyahu se haya negado a ello aunque Oren pertenezca a un partido político distinto y no dude en criticar al primer ministro, tanto en el libro como en la reciente campaña electoral israelí, dice mucho en su favor. Menos honorable es la presteza con que el líder del partido de Oren, Moshé Kahlón, denunció la obra y ensalzó a Obama. Lo mismo cabe decir del miembro de Likud Guilad Erdan, que corrió a atacar a Oren.
Las razones de todo esto son obvias. El presidente sabe que la verdad de su hostilidad hacia Israel no sólo es políticamente peligrosa, sino que no podía caer en peor momento. Con el acuerdo nuclear con Irán a punto de ser suscrito, la Administración quiere mostrarse como un leal amigo de Israel para convencer a un escéptico Congreso de que ese pacto deleznable no es una traición al Estado judío. Por otro lado, políticos israelíes oportunistas y sin principios como Kahlón y Erdan quieren ser vistos con buenos ojos en Washington porque piensan que les beneficia en el plano doméstico.
¿Hay algún argumento para callar a propósito de la manera en que Obama, tal y como dice Oren, ha tratado de rebajar la alianza entre EEUU e Israel? ¿Quizá se sirve mejor a Israel haciendo como que todo está perfecto mientras se espera a que las presidenciales del próximo año traigan un aliado mejor? Eso es lo que intuyen numerosos israelíes, pero se equivocan. Hay veces en que el silencio es virtuoso, pero dada la naturaleza de la amenaza que afronta Israel y el alcance del daño que ha causado Obama en estos años, ha llegado la hora de decir algunas verdades.
Los furiosos desmentidos norteamericanos de que haya tensión y la obsequiosa adulación que hacen de Obama algunos israelíes puede llevarnos a pensar que Oren exagera. Pero el exembajador, cuyo relato de los hechos es muy crítico con algunas decisiones del Gobierno Netanyahu, simplemente ha escrito lo que sabe todo aquel que siga los acontecimientos en Oriente Medio. Esta Administración llegó al poder buscando distanciarse de Israel y no ha perdido la ocasión de entrampar a los israelíes y de inclinar el terreno de juego en beneficio de sus enemigos.
Tampoco es ningún secreto que esos esfuerzos no sirvieron para hacer avanzar la causa de la paz ni los intereses de EEUU, o los de Israel. Por eso es tan importante que en este momento de la historia Oren diga la verdad.
La hostilidad de Obama a Israel ha reforzado entre los palestinos la convicción de que no necesitan comprometerse con la paz. Igualmente, Irán ve a la Administración Obama no sólo muy suave en las negociaciones nucleares, sino como un aliado nada firme de Israel y los países árabes, que temen a Teherán tanto como Jerusalén.
Obama no sólo ha creado tensión en la alianza EEUU-Israel, también ha socavado la capacidad de EEUU para ser una fuerza del bien o estabilizadora en Oriente Medio. Aunque, como Oren ha dejado claro, la relación de seguridad entre los dos países sigue siendo fuerte, la percepción de que quizá EEUU no siga respaldando a Israel en la ONU o cuando sea objeto de ataque por terroristas como los de Hamás hacen aún más tenues las opciones para la paz. Obama anhelar el mítico Israel del pasado, como dejó claro en un discurso reciente, pero la más compleja y vibrante democracia israelí de hoy día está verdaderamente resultando dañada por su empeño en aislarla. La honestidad en lo relacionado con los problemas que ha creado es el primer paso para solucionarlos, así como restablecer el frente unido entre los dos aliados, es imprescindible para la estabilidad de Oriente Medio. He aquí una lección que los políticos israelíes y americanos han de tomarse muy en serio.
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