Colabora
Emilio Campmany

El bipartidismo insepulto

El sistema español es bipartidista y no tiene hueco para ningún partido bisagra. Lo demostró el CDS y lo demostraría Ciudadanos.

Estamos tan acostumbrados a que las encuestas se equivoquen que, cuando aciertan, los resultados reales nos sorprenden más que cuando yerran. Ha pasado poco más o menos lo que cabía esperar que pasara y, sin embargo, se hacen hoy análisis que nada tienen que ver con los que se hacían sobre las encuestas. El previsto tropezón del PSOE y el pronosticado trastazo del PP eran analizados como el fin del bipartidismo. Ahora que sabemos con cuántos diputados cuenta cada cual, El País hace un análisis mucho más conservador. Concluye que, en efecto, se ha producido un cambio revolucionario, pero muy distinto de aquel en el que antes se había pensado. A partir de ahora, dice el diario de Prisa, PP y PSOE ya no necesitarán de los partidos nacionalistas catalanes para gobernar cuando no tengan mayoría absoluta y podrán apoyarse en uno de ámbito nacional que funcionará como bisagra.

Creo que ese análisis está completamente equivocado. Su primer error es partir de la disponibilidad de Ciudadanos a ser bisagra de nadie. No dudo de que Albert Rivera esté abierto a negociar con partidos nuevos, tal y como demostró con la generosa oferta que hizo a UPyD y que insensatamente Rosa Díez desdeñó, animada por quienes hoy piden su defenestración. Pero creo, en cambio, que jamás pactaría con ninguno de los dos mayoritarios porque sabe que sus votantes no se lo perdonarían. Y no lo harían porque lo han votado precisamente para limpiar el sistema de la mucha basura que han arrojado sobre él PP y PSOE. Pactar con ellos significaría tanto como renunciar a hacer esa limpieza y, a las siguientes, sus electores lo abandonarían.

Pero hay un argumento más en contra del análisis de El País que no depende de la voluntad de Albert Rivera. El sistema español es bipartidista y no tiene hueco para ningún partido bisagra. Lo demostró el CDS y lo demostraría Ciudadanos si cae en la tentación de postularse como tal. Por lo tanto, los electores, por mucho que queramos, no podremos liquidar el bipartidismo porque nuestro sistema es bipartidista, mal que nos pese. Lo que sí podemos hacer es decidir qué partidos serán protagonistas de ese bipartidismo. Y al hacerlo podemos quitar al que esté y poner a otro. Lo hicimos una vez, de golpe y porrazo, cuando decidimos que la pata derecha ya no sería la UCD sino AP, luego refundada como PP. Y algunos queremos volver a hacerlo ahora, sólo que, en vez de respecto a una pata, en cuanto a las dos. Para ser la pata izquierda, el mejor situado es Podemos. Y para ser la derecha el favorito es Ciudadanos. No es seguro que se confirmen como sucesores de PSOE y PP. Ni siquiera es seguro que vaya a haber sucesión. Lo que no creo que hagan es ser tan ciegos como para limitar sus ambiciones a ser bisagra de nadie. Ya quisieran Susana Díaz, Pedro Sánchez y Rajoy. Y El País. Pero va a ser que no.

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