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Santiago Navajas

Podemos, ¡vaya timo!

No estamos en el siglo XIII y no cabe aducir simpleza ni ignorancia a la hora de votar a una opción política.

¿Cree usted en el psicoanálisis, el creacionismo, el nacionalismo, los ovnis, la Sábana Santa, el posmodernismo, la homeopatía, la acupuntura, los productos naturales, los libros de autoayuda o el Yeti? No siga leyendo. Ni este artículo ni la colección ¡Vaya Timo! de la editorial Laetoli, dedicada a desmontar desde la racionalidad y las evidencias empíricas, usando el método científico, los mitos tradicionales y contemporáneos que nos asuelan.

El último meme (una idea que se difunde culturalmente) para memos está siendo la propagación del partido político de extrema izquierda Podemos, cuyos líderes, de Pablo Iglesias a Monedero pasando por Alegre o Errejón, pertenecen a la secta política del marxismo-leninismo (como reconoce el mismísimo Julio Anguita. Por cierto, y como comenta Antonio Escohotado, el materialismo dialéctico es la última gran religión creada en Occidente), una confusa y estupefaciente doctrina que surge de una mala digestión de Hegel combinada con un milenarismo apocalíptico, pendenciero y justiciero.

Al calor de la crisis, Podemos ha fermentado como una indignada respuesta popular a una crisis económica basada en la traición de la élite política y económica a los principios fundamentales de una democracia liberal. Pero la alternativa podemista es equivalente a que tras una decepción amorosa o la pérdida de un empleo se acuda a una pitonisa a que te eche las cartas del tarot o te haga el horóscopo. O a lo que hizo Steve Jobs cuando le diagnosticaron un cáncer de páncreas: en lugar de someterse a las terapias de la medicina científica (específicamente, en su caso, cirugía), prefirió seguir los consejos homeopáticos y naturales de la medicina alternativa (es decir, pseudocientífica) y trató de curarse comiendo zanahorias, clavándose agujas y consultando a un vidente. Consiguió un bonito aunque extraño color anaranjado... y morirse.

Gracias al más que previsible triunfo electoral de Podemos, los españoles vamos a pasar del color morado del cabreo con los gobernantes corruptos al amarillo de la miseria. Para empezar, ya han conseguido ponernos verdes de vergüenza ajena gracias a los asuntillos fiscales de Monedero y la endogamia y nepotismo de Errejón, estos adalides de la pureza que a las primeras de cambio han demostrado tener tan poco respeto por la verdad y la honestidad como los golfos de los partidos tradicionales. Y, lo que es peor, han sido jaleados por sus mesnadas del mismo modo que los simpatizantes del PP miran hacia otro lado en el asunto Bárcenas o los del PSOE con la corrupción institucionalizada en la Junta de Andalucía, encarnada en los imputados Chaves y Griñán.

La terapia de Podemos para solucionar la crisis consiste en lo que denominan "socialismo del siglo XXI", un cóctel de nacionalizaciones para crear "empresas de producción social" y “propiedad del pueblo” (es decir, del Estado) que se diferencian de las capitalistas en que no buscan beneficios sino “repartir el bienestar social”. Para que ello fuera posible haría falta contar con una naturaleza angelical, capaz de dar absolutamente según sus capacidades y recibir solo según las necesidades, sin ningún atisbo de cálculo egoísta ni mezquinos maquiavelismos.

Y, sin embargo, tenemos a Monedero huyendo de los inspectores de Hacienda por quítame allá 130.000 euros en impuestos. O de nuevo Monedero, pero también Errejón, siendo investigados por las universidades donde trabajan por conductas poco éticas y posiblemente delictivas. Además, construyen el Partido siguiendo los parámetros dictatoriales leninistas (en esto son coherentes, claro) tratando de aplastar a la disidencia, manipulando los procesos internos democráticos y pactando con quien haga falta por un puñado de votos. Tratar de sustituir a la "casta" usando los mismos procedimientos de la élite extractiva es como tratar de combatir el vicio llevando la sinvergonzonería a sus últimas consecuencias, al estilo de los dulcinistas medievales, esa herejía cristiana que atacaba a la casta eclesial, papa y cardenales, al tiempo que predicaban la comunidad de bienes, aunque, como explicaba Guillermo de Baskerville (el personaje de Umberto Eco en El nombre de la rosa), confundiendo la aspiración a la igualdad con el resentimiento como talante y la venganza como método. También advertía Guillermo de Baskerville que los simples se adhieren a las herejías como un modo de gritar su desesperación.

Pero no estamos en el siglo XIII y no cabe aducir simpleza ni ignorancia a la hora de votar a una opción política. Del mismo modo que los votantes del PP y del PSOE son cómplices de la corrupción que sus respectivas opciones políticas siguen amparando al defender a Mariano Rajoy o Susana Díaz, el ascenso de Podemos, que desde la nada y con su solo esfuerzo ha llegado a alcanzar las más altas cotas de casta, se basa en un nicho de votantes que optan por la necedad y la inconsciencia que desembocará en el desengaño masivo y la pobreza garantizada. Y vuelta a empezar con el iluminado de turno, el mirlo blanco, con el "Yes, we can", el "podemos" o el "cambio" que ya prometiera Felipe González (que efectivamente cambió su humilde pero honesta carrera ayudando a los trabajadores como abogado laboralista por otra como rutilante y millonario lobbista asesorando a plutócratas).

Tenía Guillermo de Baskerville la teoría de que en realidad los simples no eligen la herejía que quieren, sino que simplemente adoptan la que pasa más cerca de su aldea. Y que mientras existan excluidos del sistema habrá aprovechados que los inciten a la rebelión, usándolos como instrumento y como carne de cañón para sus propios fines políticos. Marine Le Pen, Beppo Grillo, Alexis Tsipras, Nigel Farage, Pablo Iglesias… demagogos populistas a izquierda y derecha. Quo vadis, Europa?

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