La mano negra del CNI contra Mas y el Barça
La patológica obsesión del catalanismo con la nación española influye en las más variopintas actividades humanas.
La patológica obsesión del catalanismo con la nación española influye en las más variopintas actividades humanas, al punto de que la frecuencia semafórica también se imputa a la acción contra Cataluña, los catalanes y la catalanidad de los tentáculos fácticos y las cloacas del Estado. En un país libre del yugo español y su tiránico centralismo, los semáforos estarían siempre en verde y el Barça jugaría una liga intergaláctica que ganaría todas las temporadas gracias a la superioridad intelectual de sus mediocentros y a los gambeteos de Lio y Ney, caso Messi y caso Neymar para los inspectores de la Agencia Tributaria.
Con el Estado como sospechoso habitual de todos los males de la patria de Pompeius Gener, no es que Artur Mas esté convencido de que una unidad especial del CNI le sigue a todas partes, que lo está; sino que hasta el presidente del Barça se cree víctima de una conspiración que implica a la Audiencia, a la Hacienda y al grupo de operaciones in the dark del pequeño Nicolás. Josep Maria Bartomeu, que así se llama el prócer azulgrana, tiene dos explicaciones para su imputación por fraude fiscal en el fichaje de Neymar. Por un lado, el Real Madrid, whiter power y mano negra del estamento arbitral. Por otro, ese intrincado y complejo entramado de intereses innombrables que en Barcelona y entre susurros se conoce como "Madrit". La política. Poca broma.
Bartomeu era el segundo de Rosell como Rosell fue el secretario de Laporta. ¿Quién? Bartomeu, el que dejó al cargo Sandro cuando Sandro se dio cuenta de que en el fichaje de Neymar se habían pulverizado todos los registros de truculencia financiera, opacidad fiscal e inmoralidad pública. Dejó la presidencia del Barça (que es un gesto tan inconcebible como abandonar voluntariamente la casa de Gran Hermano) y puso pies en polvorosa tras mover más resortes e influencias para importar al chico que los suministradores de las fiestas de Strauss-Kahn.
Memeces al lado de la sustancia política del expediente Neymar, reposición del caso Di Stéfano, de mediados del siglo pasado, pero con los efectos especiales de los tiempos del proceso separatista. Bartomeu, que es un vagamente desconocido partidario del derecho a decidir, cree que van a por él por haber participado en manifestaciones a favor de la independencia y eso, según implora por los platós de Mas. Servidumbres del cargo, que forma parte de la troika catalana: los montepíos, la Generalidad y el más que un club, brazo espiritual del nacionalismo y placebo de exercito guerrilleiro do pobo ceibe.
Cuando Hacienda le miró los impuestos a Messi, se dijo que era por rico y por chupón. Piqué reprochó a unos policías locales que le daban el alto por guapo y por famoso. Y ahora sale Bartomeu como mártir de la independencia. ¿Quién? Sí, hombre, Bartomeu, el que fichó a Vermaelen. El proceso está fatal.
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