La marcha de la extrema izquierda
Ni una sola bandera de España se pudo ver en la "manifestación histórica" convocada por Iglesias.
Con la grandilocuencia injustificada a que nos tienen acostumbrados, los líderes de Podemos se refirieron ayer a su concentración en Madrid como un un "hito Histórico" que "se estudiará en los libros de Historia". Sin embargo la llamada Marcha por el Cambio, pese a las afirmaciones voluntariosas de los dirigentes de la formación radical, no cumplió las expectativas que ellos mismos habían levantado y, aunque se saldó con la presencia de miles de personas, quedó muy lejos de otras movilizaciones en la capital de España que sí congregaron a verdaderas multitudes. Las manifestaciones del PP y las víctimas del terrorismo contra Zapatero o las del "No a la guerra" contra Aznar sí fueron, sin duda ninguna, multitudinarias, al contrario de lo que ayer ocurrió en La Puerta del Sol, por más que en el partido de Iglesias se empeñen en convertir una concentración popular más o menos numerosa en una página de la Historia de España.
Ahora bien, es cierto y no se debe desdeñar que decenas de miles de personas respondieron a la convocatoria lanzada por los dirigentes de Podemos, a pesar de que el único objeto de la manifestación era llevar a cabo un acto de adhesión incondicional a los líderes del partido. El hecho de que Iglesias, Errejón y, sobre todo, Monedero, estén siendo cuestionados desde el punto de vista ético por sus oscuros manejos financieros, otorgó a la concentración de ayer un marcado carácter personalista, por más que los tres dirigentes insistieran en que se trató de un acto de marcado contenido político.
La vaciedad de los discursos de Iglesias y sus colegas del aparato pusieron de manifiesto, una vez más, la irrelevancia intelectual de estos profesores de ciencia política, cuyas apelaciones constantes al terreno sentimental y la ausencia absoluta ideas para abordar problemas concretos dejan por los suelos su nivel como aspirantes a dirigir la décima economía mundial.
La insolvencia de los líderes de Podemos era algo conocido a poco que se haya prestado atención a sus intervenciones públicas. Lo que ya no estaba tan claro, porque han tenido mucho cuidado en ocultarlo, es que tras esos llamamientos a la transversalidad y esas afirmaciones de que Podemos es un partido al que puede votar cualquier simpatizante del PP eran sólo un disfraz, bastante cochambroso, para ocultar la verdadera esencia extremista del partido, sus dirigentes y la gran mayoría de su militancia. Ayer, por fin, quedó claro para todo el que se hubiera empeñado en negarlo hasta ese momento, que Podemos es un partido de extrema izquierda. Como muestra valga destacar que ni una sola bandera de España se pudo ver en la "manifestación histórica" convocada por Iglesias. En cambio sí había centenares de banderas de la II República y todo el catálogo clásico de imágenes del santoral marxista que acompañan a las concentraciones de la izquierda radical cuando sale a tomar las calles.
Sin el menor rastro de alguna idea útil para dar solución a los problemas del país y haciendo gala de un sectarismo guerracivilista atroz, los dirigentes de Podemos dejaron claro ayer que han sido, son y serán de extrema izquierda y que ese es el programa que tratarán de imponernos a todos si alguna vez llegan al poder.
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