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Emilio Campmany

Don Vito en España

Es lo que pasa en la política española. El mérito, el talento, el trabajo no son nada. Sólo cuenta la lealtad al líder.

El Padrino ha sido acusada de dar una imagen falsa de la Mafia. En ella sus protagonistas, criminales mafiosos, son retratados como gente de honor, que cumple sus promesas, ayudan a sus amigos y veneran los lazos familiares. Dado el éxito tanto de la novela como de la película, este blanqueo del crimen organizado ha sido muy perjudicial para la sociedad. Selwyn Raab, en su libro dedicado a las Cinco Familias, nos recuerda que, lejos de como la describe Puzo, la Mafia es un parásito social que inundó por ejemplo de heroína las ciudades norteamericanas. Sin embargo, el libro de Puzo no oculta lo que en realidad la Mafia es. Cuando Michael Corleone se refugia en Sicilia, lo que encuentra es una sociedad para la que la Mafia es un cáncer. Puzo lo describe así:

El mérito no significa nada. El talento no significa nada. El trabajo no significa nada. El Padrino mafioso es quien te da una profesión como si fuera un regalo.

¿Les suena? Es lo que pasa en la política española. El mérito, el talento, el trabajo no son nada. Sólo cuenta la lealtad al líder, que te da el cargo, no por tus méritos, sino como una graciosa liberalidad. Y por ello le debes lealtad y agradecimiento eterno. El puesto que ocupas, da igual que sea una dirección general, un escaño o un puesto en una empresa pública, se lo debes al líder, no a tus méritos, irrelevantes a estos efectos. Es lo que Michael Corleone se encontró al llegar a la Sicilia. Y es lo que se encuentra cualquiera que en España quiera iniciarse en la política.

Si como dice Puzo la Mafia es un cáncer para Sicilia, la configuración del sistema político español lo es igualmente para España. Miles de millones de euros se presupuestan todos los años para pagar los salarios de personas que ocupan puestos y cargos, no por sus méritos, sino por caprichoso deseo de los gerifaltes de los dos grandes partidos. Es más, muchas veces se crean los puestos sólo para que alguien los ocupe. Da igual que el agraciado sea o no una persona de valía porque no ha sido nombrado para hacer las cosas lo mejor que sepa y pueda. Por supuesto, si el jefe pide algo, se hace sin rechistar. Pero si, como es más corriente, especialmente entre los escalones más bajos, no se sabe qué es lo que el jefe quiere, lo más prudente es no hacer nada, no vaya a ser que se moleste.

Si nos caen bien los Corleone no será porque Puzo nos oculte su verdadero rostro. Será porque a muchos inconscientemente nos gustaría ser agraciados con un puesto sin mérito para ocuparlo, disfrutar de él y no tener que hacer nada más que ser fieles a quien nos lo regaló. Y sin embargo, este sistema es un cáncer. Y Podemos, como se está viendo, no será quien lo cure.

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