El riesgo de un 'Grexit' accidental
¿Será Syriza fiel o infiel a su alma radical? Esa es la cuestión.
Son muchos los que están poniendo velas por una victoria de Syriza en las elecciones griegas del domingo. La mayoría de los que desean un triunfo arrollador de Alexis Tsipras son de izquierdas, lo cual guarda cierta coherencia. Sin embargo, también los hay de derechas, mejor dicho, de extrema derecha, como es el caso de Marine Le Pen, quien ha dicho que confía en que Syriza gane para que la UE, digamos, se vaya al carajo. Los demás fans europeos de Tsipras no anhelan precisamente ese apocalipsis, pero sí una decisiva conmoción. Esperan que un gobierno de Syriza provoque una sacudida en Europa que acabe con la política de austeridad y haga que Merkel, a la que se señala como principal responsable, muerda el polvo y se rinda.
Por razonable que sea plantear una relajación de la política de austeridad, que por cierto ya se ha producido, no lo es de esa manera ni en esos términos de vencedores y vencidos. Si el deseo se cumpliera y un gobierno de Syriza se lanzara a la confrontación abierta y total con las instituciones europeas, saldremos perdiendo todos, empezando por Grecia. Cierto que la Eurozona no está al borde del precipicio, como lo estuvo entre 2011 y 2012, pero un regreso al juego del gallina con amenazas de impago de la deuda volvería a provocar incertidumbre sobre la Zona Euro y riesgo de contagio a sus eslabones débiles.
Nadie quiere, eso ya está claro ahora, que el euro se rompa ni que Grecia salga, y menos que nadie los votantes griegos. La voluntad, sin embargo, no lo es todo. Pues aunque nadie quiera un Grexit, dar pie a que se especule otra vez con ello y se dude sobre la integridad de la Eurozona tiene el potencial de poner en marcha un proceso incontrolable hacia la profecía autocumplida. Como señalaba Simon Nixon, en el Wall Street Journal, el Grexit que nadie desea puede producirse de forma accidental. Y que ese accidente ocurra o no dependerá en buena medida de que Syriza, una vez en el gobierno, haga o no haga lo que ha dicho que va a hacer, y que ha reiterado con retórica desafiante en esta recta final de la campaña.
¿Será Syriza fiel o infiel a su alma radical? Esa es la cuestión. Una mayoría relativa que le obligue a pactar con partidos más moderados la alejará de la tentación extremista. Una mayoría absoluta, en cambio, podrá llevarla al enfrentamiento con las instituciones europeas y conducir así al conjunto de la Eurozona a una nueva y dañina conmoción.
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