De Tamames sobre Cataluña
Tengo la sensación de que la izquierda sigue llevándose mal con la nación y la derecha duda de su viabilidad. Terrible.
Pongo orden en algunos estantes de mi biblioteca y me encuentro con un viejo libro del profesor Tamames. Le echo un vistazo y me quedo asombrado de las cosas que decía, en 1975, sobre el proceso de construcción de la nación catalana. Leo, leo y leo en ese libro cosas que, hoy, repiten, repiten y repiten, hasta la saciedad, los separatistas catalanes. Terrible. De esos polvos del entonces comunista Tamames, como diría el tópico hispano, vienen estos lodos de odio contra España. No vayamos, pues, a buscar en otros lugares el origen de la barbarie nacionalista del presente. Resulta imposible saber a dónde va Cataluña sin responder, previamente, de dónde viene el independentismo catalán. Si desconocemos el origen de ese supuesto derecho a decidir, ese principio de autodeterminación, de los catalanes al margen del resto de los españoles, no entenderemos jamás qué pasa en Cataluña. Siempre es buena la autocrítica para el avance del conocimiento, pero debería ser obligatoria para quienes, como es el caso del profesor Tamames, han hecho vocación, casi destino, de la pretensión de ilustrar a sus compatriotas sobre el futuro de la patria común de todos los españoles: España. Porque es menester ejercitar la memoria individual para que emerja limpiamente la memoria colectiva de un pueblo, el español, que se resiste a morir como ciudadanía de una gran nación, España, traigo aquí a crítica el libro del maestro Ramón Tamames.
Varias son las fuentes donde ha abrevado el secesionismo catalán. Lengua, derechos históricos, tierra, sangre, manipulación del pasado y, en fin, cualquier cosa, por irracional que sea, que forme parte de la idiosincrasia de esa región de España, han sido utilizadas por el nacionalismo para defender una Cataluña independiente de España. Hay sin embargo tres asuntos que reitera el relato independentista, tan falso como perverso, para defender sus posiciones, a saber, la utilización de la lengua, la manipulación de la historia y, sobre todo, la defensa de un extraño derecho de decisión y autodeterminación. Al desarrollo de este último ideologema contribuyó de modo decisivo, como veremos a continuación, la izquierda española, en general, y el profesor Tamames en particular, pero, antes, permítanme que les diga algo sobre la manipulación de la lengua y la historia que han llevado a cabo los independentistas.
En efecto, es una perversión defender la lengua catalana como hecho diferenciador de Cataluña respecto al resto de España, pues que convertir una lengua, que es en esencia comunicación, en un hecho para distanciar a los catalanes del resto de los españoles no sólo es un atentado a la nación española, que defiende el bilingüismo, sino un desprecio al catalán como lengua de comunicación. Las lenguas son siempre para comunicarse, pero los separatistas maltratan el catalán para diferenciarse. Separarse. La falsificación de la historia de Cataluña, a través de un proceso de deshistorización de la historia nacional española, ha sido el segundo eje del independentismo catalán para defender la segregación de Cataluña de la nación española. Por aquí, poco hay de original en el independentismo catalán ni tampoco en la crítica que podemos hacer hoy al cerrilismo independentista, que sigue una vieja corriente que siempre fue denunciada por los historiadores más serios y rigurosos de España, valga de ejemplo, entre la mejor historiografía de nuestro país, estas palabras de Ramón Menéndez Pidal:
No cabe pensar que la historia de Cataluña viene equivocada y mal hecha desde hace ocho siglos, sino que son los nacionalistas quienes la escriben equivocadamente desde hace (...) años; son ellos los que entienden mal a Cataluña, y no Ramón Berenguer IV ni los compromisarios de Caspe; son los separatistas los que pugnan con la Historia al querer vivir solos, "Nosaltres sols", cuando Cataluña jamás quiso vivir sola, sino siempre unida en comunidad bilingüe con Aragón o con Castilla.
Sin embargo, esos dos factores de perversión del separatismo catalán son poca cosa comparados con el invento, quizá el peor invento de la izquierda española contemporánea, de un supuesto derecho a decidir de los catalanes para separarse de España. Como es sabido, los secesionistas catalanes invocan el principio del derecho internacional referente a la autodeterminación, porque la Constitución española no admite el derecho a decidir ni tampoco el derecho de secesión. Pues bien, esa idea o principio de autodeterminación, que se utilizó en el proceso de descolonización impuesto por los países europeos en África, fue alentado por la izquierda española, durante el proceso de transición de la dictadura de Franco a la democracia, hasta convertirlo en un derecho y, después, lo ha mantenido, porque ha sido incapaz de construir un discurso crítico sobre el nacionalismo secesionista. Ha sido, sin duda alguna, este leit motiv de la izquierda española una de las armas mejor utilizadas por el secesionismo catalán para romper la paz del Estado-nación, España.
Ramón Tamames, en 1975, tenía claro el asunto. Lean la explicación que nos ofrece en su libro Un proyecto de democracia para el futuro de España y verán con facilidad de dónde viene el derecho de autodeterminación que invocan los secesionistas catalanes:
En el capítulo VIII de Algunas cuestiones clave... nos referíamos al derecho de autodeterminación, que entendemos necesario por varias razones. Primeramente para "escoger la forma política considerada más conveniente" y decidir de este modo sobre la cúspide del poder político, engarzándolo con la soberanía popular y acabando con concepciones patrimonialistas o pseudoteocráticas del Estado (...).
Por último, con el ejercicio del derecho de autodeterminación en su acepción más amplia, España podría convertirse en Estado miembro de pleno derecho de las Comunidades Europeas, lo que significaría la supresión del colonialismo externo que hoy trata como simples ribereños del Mediterráneo a los españoles, cuando por geografía y por veinticinco siglos de historia somos insoslayablemente europeos.
Es obscuro, muy obscuro, todo lo que dice Tamames en el último capítulo de su libro, cuyo título "El final del colonialismo" es toda una síntesis del programa político de Tamames del año 1975, que ahora quieren llevar a cabo los independentistas catalanes. Sin embargo, la obscuridad conceptual, casi la ceguera expresiva, es resuelta por el profesor Tamames con estilo platónico a través de un breve diálogo entre el propio Tamames, ya entonces un intelectual relevante y militante del Partido Comunista de España, y un estudiante de Tarrasa que tuvo lugar en el año 1974:
P.- ¿Qué opina de las libertades de Cataluña?
R.- Que como cualquier otra región española tiene derecho a la autonomía.P.- ¿Llegaría Vd. a aceptar el principio de autodeterminación para Cataluña?
R.- Sí, naturalmente.P.- ¿Incluso para llegar a su plena independencia?
R.- Desde luego, siempre que ésta fuera la libre decisión mayoritaria de los catalanes (...).P.- A este respecto, ¿cómo definiría Vd. quienes son catalanes?
R.- Todos los que viven y trabajan en Cataluña. Esa es la definición, y con ella estoy plenamente de acuerdo.
Pues eso, amigos, cuando alguien les pregunte de dónde han sacado los secesionistas ese galimatías del derecho de autodeterminación, o sea de secesión, pueden contestar con las reflexiones del año 1975 del profesor Ramón Tamames. ¡Leer para creer! Sí, sí, esa "virguería marxista" de la autodeterminación, como dijo hace muchos años Xavier Arzalluz, fue y, naturalmente, sigue siendo la gran novedad que introdujo el nacionalismo separatista en su criminal relato para terminar con España. De ahí que sea tan importante, reitero, recordar las tesis del comunista Tamames para nuestro trágico aquí y ahora. El filonacionalismo izquierdista, el mismo que votó en el Congreso de los Diputados a favor del zapateril Estatuto separatista de Cataluña, es el apoyo imprescindible para hacer de la autodeterminación, como dijera el título de un libro de los noventa, un auto de terminación. En fin, espero que el profesor Tamames, hombre tolerante donde los haya en España, me reconozca, al menos, que la desmemoria individual no debería jamás ser modelo de desmemoria colectiva. Nacional.
Coda final: pocas cosas han cambiado, desde 1975, fecha del libro de Ramón Tamames, hasta aquí, 2015¡ Quién sabe a ciencia cierta cuáles han sido los cambios! Yo tengo la sensación de que la izquierda sigue llevándose mal con la nación y la derecha duda de su viabilidad. Terrible. Es necesario volver a Ortega y Gasset: o nacionalizamos España o esto no es nada.
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