Colabora
Percival Manglano

Ultras, pero no mucho

Una de las grandes mentiras del debate político en España es la asunción de que la izquierda no es violenta y que sólo lo es la derecha.

Oleksandr es un ingeniero ucraniano de 56 años. El pasado mes de octubre decidió pasar unos días de vacaciones junto a su mujer en Barcelona. Se alojaron en casa de un cuñado que vive en el barrio del Guinardó.

Un día, su cuñado les propuso participar en un debate sobre Ucrania del que se había enterado por internet. Pese a que ni Oleksandr ni su mujer hablan una palabra de español ni de catalán, acompañaron a su cuñado a la "Asamblea abierta en apoyo de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk", celebrada en el centro ateneo independendista La Torna del barrio de Gracia. Primero hablaron tres ponentes oficiales y luego algún ucraniano del público. Pronto quedó claro que las opiniones de los ucranianos sobre su país no eran bienvenidas. Todo aquel que defendiese la unidad de Ucrania era considerado un fascista.

Ante la hostilidad del entorno, Oleksandr, su mujer y su cuñado decidieron marcharse (otra versión dice que fueron expulsados de la sala). Salieron a la calle y se quedaron charlando con otros ucranianos. Entre tanto, alguien avisó a un grupo de redskins (ultras de izquierda) vinculados al equipo de fútbol UE Sant Andreu de la presencia de elementos fascistas ucranianos en la Asamblea. Los radicales llegaron en moto y de inmediato comenzaron a increpar a los ucranianos que permanecían en la calle. Los insultos dieron paso a las agresiones. Oleksandr no entendía nada de lo que se decía, pero entendió la hostilidad de los agresores. Se trató de defender con un bolso. Al poco tiempo, yacía en el suelo. Había sido golpeado en la cabeza con un casco. Estaba en coma. Su mujer gritaba.

Esto ocurrió el pasado 11 de octubre. Oleksandr tardó varias semanas en salir del coma. Por suerte, parece ser que se ha recuperado. Su agresor, de 26 años, está en prisión acusado de tentativa de homicidio. Otros dos agresores están en libertad con cargos. La noticia, sin embargo, pasó casi inadvertida en España. Ello, pese a que la agresión fue grabada. El portal publico.es publicó el vídeo, pero sin hacer una sola referencia a la ideología de izquierdas de los agresores (los define sólo como "independendistas radicales"). El único relato desarrollado de la agresión que he podido encontrar es este de La Vanguardia.

Una de las grandes mentiras del debate político en España es la asunción de que la izquierda no es violenta y que sólo lo es la derecha. En palabras del insigne Llamazares, "ningún terrorismo es de izquierdas". El hecho de que ETA matase a cientos de personas para crear una Euskal Herría socialista es convenientemente ignorado. Y cuando ocurre una agresión como la aquí relatada su repercusión mediática es mínima. Todo ello contribuye a que una opción política de ultraizquierda como Podemos crezca en las encuestas sin causar temor entre los españoles. Casi nadie, pese a las referencias de Pablo Iglesias a la guillotina o a "obligar" a los demás a hacer lo que ellos manden cuando lleguen al poder, o su incapacidad para asumir críticas con normalidad, parece recelar de su posible violencia. Y, sin embargo, la violencia es tan intrínseca a la ultraizquierda como lo es a la ultraderecha. Todo orden político basado en el miedo (el cual, según Iglesias, debe cambiar de bando) y en promover el odio a un grupo determinado de personas (sean éstos ricos, judíos, contrarrevolucionarios o antipatriotas) acaba, necesariamente, en violencia. Sólo quien crea que la violencia será dirigida contra los demás y no contra uno mismo puede sentirse cómodo en esta situación.

Un último dato sobre el caldo de cultivo violento de la ultraizquierda en España: el agresor de Oleksandr tiene antecedentes penales por ocupación de inmueble.

www.pmanglano.com

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario