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Pablo Montesinos

No pudo cumplir su sueño

Públicamente, Gallardón siempre dijo que su vida política estaba ligada a la del presidente. Que se iría cuando lo hiciera Rajoy. Pero, al final, ha sido antes.

Sin duda, político. Para lo bueno y para lo malo. Pero 100% político. No hay charco en el que no se metiera y del que no tuviera alguna clave. La política ha sido su vida: 30 años en ella. A los 18 ya militaba en Alianza Popular y a los 25 fue concejal de Madrid. Una carrera ascendente, pero no culminada. Él nunca lo dirá en público, pero quienes de una forma u otra le han acompañado en esta travesía siempre tendrán claro que quiso ser presidente del Gobierno.

Ha tenido amigos y enemigos en el PP. Aunque la política -y él es consciente- demuestra una y otra vez que es un conmigo o contra mí y es muy fácil quedarte sólo. Y él, en su defensa de la reforma de la ley del aborto por mandato (y bien se encargaba de recordarlo) de Rajoy, estaba muy solo. Cospedal, con quien la distancia fue en aumento en esta legislatura, y Sáenz de Santamaría, que no creía en la reforma, evitaron apoyarle. Y el presidente, aquél al que él siempre apelaba, ni siquiera decía la palabra aborto.

Seguro que cambiaría algunas cosas del retrato político que hice de Gallardón en octubre de 2010 –El delfín del PP, en Ciudadela–. Justo desde entonces, empecé a tener una relación más próxima con él. Y es cierto, y hay que decirlo, que pocas veces se ha negado a despachar con el periodista, a explicarle su visión de los hechos. A colar su mensaje.

Era tan político que a veces parecía descuidar su corralito, la Justicia. No era un ministro técnico, centrado en su cometido: en sus conversaciones un 80% era política y un 20% asuntos relativos con la Justicia. Y eso que tenía patas arriba la judicatura.

Públicamente, Gallardón siempre dijo que su vida política estaba ligada a la del presidente. Que se iría cuando lo hiciera Rajoy. Pero, al final, ha sido antes. Cosas de la vida. En su día, pensó que él podría haberle sustituido y dirigir el centro-derecha español. Esto lo decía en el libro, y lo mantengo. La ambición le perdió, según el diagnóstico de algunos.

Lo intentó en 2003 con Aznar de salida, pero puede que el punto de inflexión llegara ese 15 de enero de 2008. "Bien, la decisión está tomada. Le he dado muchas vueltas, lo he pensado mucho, y lo tengo muy claro. Os lo agradezco, pero tengo que pensar en el interés de los ciudadanos y en el del partido. Si queréis ayudarme a ganar las elecciones, no tenéis que ir en la lista", les dijo Rajoy a Gallardón y Aguirre. Después llegó la escena del ascensor, cuando el entonces alcalde amagó con dimitir pero luego no lo hizo. Esta vez ha cumplido su palabra, filtrada unos días antes.

Gallardón creyó entonces que era su momento: tras arrasar en las municipales, con todos los sondeos dándole como favorito y en la edad perfecta. Pero Rajoy resistió y resistió, y finalmente ganó las elecciones en 2011. Su sueño parecía desvanecerse y surgían nuevos nombres: Cospedal, Soraya… "el Alberto de Galicia".

Seguramente el balance de Gallardón como ministro no sea bueno. La politización de la Justicia es una mancha enorme, a la que sumar el portazo a la reforma del aborto. Pero, en la legislatura del mutismo gubernamental, yo al menos le quiero agradecer su relación con los periodistas que hacemos pasillo en el Congreso. Elena Marín ha sido clave en ello. A partir de ahora, a buen seguro, seguirá haciendo política y dando claves… pero lejos del escaño azul, de los coches oficiales, de los flashes. Y, sin duda, le costará lo suyo.

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