Rosa Díez, del trabuco a la aclamación
Aquí se hace lo que la jefa dice. O trabucazo. Entre la regeneración y la aclamación, Rosa Díez ha elegido la aclamación.
Los votantes de UPyD y los españoles en general deberemos agradecerle a Sosa Wagner que nos haya permitido conocer la auténtica naturaleza de la partida de Rosa Díez. Porque lo que hemos visto tras su carta en El Mundo pidiendo lo mismo que el 80% de la opinión pública considera conveniente –un pacto con Ciudadanos que impida que Podemos liquide no el menguado bipartidismo sino el régimen constitucional– no es la respuesta de un partido democrático sino una descarga de la partida del trabuco. Los diputados que, con esas siglas, hemos llevado a las Cortes se han destapado como una obscena síntesis de chequistas de vocación y trabucaires de profesión. En fin, que nunca una denuncia del autoritarismo y el sectarismo ha tenido una respuesta que demostrara tan rotundamente lo denunciado.
Abrió el fuego trabucaire la jefa de la partida, apenas publicado el artículo. "Esas no son maneras", dijo, como si escribir en el periódico que, con Libertad Digital, más ha apoyado a su partido, fuera un delito de lesa majestad. Y se remitió al debate interno del partido en sus órganos correspondientes. Porque ya sabemos que es ahí donde se llevan a cabo los debates libre y democráticamente: en los órganos internos de los partidos. Le haré la caridad a Rosa Díez de no buscar en la hemeroteca de los cinco últimos años lo que ella ha dicho sobre esa democracia interna partidista.
Pero lo peor no fue esa salida de princesa cuyo sueño perturba el guisante olvidado bajo siete colchones. Lo peor fue cómo se pusieron los colchones con el guisante.
Dos de los diputados que escoltan a Díez en el Congreso, Gorriarán e Irene Lozano, se dedicaron justo a lo que denunciaba suavemente Sosa Wagner: linchar al discrepante. Gorriarán usó Twiter: "El criticado es corrupción política pura. Mentiroso al 100%. Si no lo entiendes, mal vamos" .Y tan mal. En un largo artículo titulado Querido Paco, Irene Lozano le acusaba de todo: de ser viejo, nacido en una España en la que por lo visto sólo nacían tontos y corruptos; de tener un comportamiento opaco y sórdido en sus cuentas de eurodiputado –corrupción a tocateja, en línea con Gorriarán, aunque, como él, sin precisar acusación ninguna–; que Sosa había hecho una "pésima campaña" y que tal vez eso explicaba el mal resultado electoral de las europeas; que hacía su crítica fuera de los órganos del partido –Irene Lozano era periodista, a la izquierda de Pedro Jota y a la diestra de Zarzalejos, lo que tal vez explique su animadversión al periodismo, pero no la incoherencia de atacar en el mismo diario a un militante por no hablar solamente dentro del partido–; que la prueba de la pésima campaña de Sosa era una encuesta en la que se decía que era la menos valorada y que sólo el 12% conocía al candidato; que la coalición con Ciudadanos ni se había planteado en el último congreso de UPyD, ni siquiera por Sosa; que ahora, con el "plan quinquenal" –siempre el dinero– asegurado, salía con eso que a nadie en UPyD había preocupado nunca; y la frase más repetida: "va a resultar difícil que te igualen en mezquindad".
El artículo de Lozano demuestra lo contrario. En mezquindad lo supera con creces. Pero también en incoherencia. Si Sosa ha sido un mal candidato, ¿no tendrá alguna responsabilidad el que lo puso? Si en UPyD se dice, oficialmente, que el resultado es bueno, ¿cómo va a ser malo el candidato? En cuanto a los índices de popularidad, ¿tienen Gorriarán o Lozano mucha más que Sosa? Y si el 12% es poco para valer algo en UPyD, ¿por qué no se tiene en cuenta ese 80% que en todos los medios creen que debería haber algún tipo de acuerdo con Ciudadanos?
Pero el colmo de la incoherencia y la prueba de que lo que ha provocado Sosa es una rabieta de la jefa y una descarga de trabucazos de su partida es que Rosa Díez ha anunciado en la SER un congreso especial de UPyD para tratar del posible acuerdo con Ciudadanos. Entiendo que para pasar lista de incondicionalidades y preparar el curso electoral más unidos que nunca. ¿Y sólo por un artículo tan vituperado se organiza un congreso extraordinario? ¿Para defender, según Díez, "el honor del partido", es decir, lo mismo que ERC, la Generalidad de Mas y Pujol y otros honorables honorabilísimos?
No, lo que anuncia Díez es lo que, simultáneamente, en El Confidencial dice J.A. Zarzalejos, jefe de Lozano y Gorriarán en el siniestro y ruinoso ABC del 11M. Con ese estilo jesuitón tan adecuado al curato trabucaire, Zarzalejos, tras dos pellizquitos de monja a Lozano y Gorriarán, concluye que Sosa Wagner debería renunciar a su escaño. O sea, que ya sabemos de qué va el Congreso-exprés de UPyD, sin la participación (que sería lógica) de Ciudadanos: escarmiento ejemplar a Sosa Wagner y petición de que deje su escaño. Y que quede claro: aquí se hace lo que la jefa dice. O trabucazo. Entre la regeneración y la aclamación, Rosa Díez ha elegido la aclamación.
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