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Pablo Planas

Duran, Duran y Ada Colau

La penúltima de Duran es que quiere organizar un Podemos biempensante para restaurar la confianza ciudadana en los políticos.

Da un paso atrás un genio de las finanzas. José Antonio Duran Lleida ha consumado su dimisión como número dos de la federación nacionalista, lo que ha sido recibido con indisimulada satisfacción y notorio alborozo por los principales dirigentes del bloque separatista, que siempre le han tenido por una rémora y desconfiaban de él por no ser un pata negra de Vich. La dimisión de Duran es uno de esos raros instantes de la política en el que coinciden el destino con la voluntad, de modo que al líder democristiano se le ha desalojado de una poltrona que quería abandonar. A fin de cuentas, mantiene la suite del Palace y la presidencia de la Comisión de Exteriores del Congreso, lo que le permite satisfacer sus ansias viajeras aun a costa de representar a la nación que dice que le roba, oprime e impide votar.

La penúltima de Duran es que quiere organizar un Podemos biempensante para restaurar la confianza ciudadana en los políticos. Es un Pablo Iglesias bien vestido, un hombre de mundo que ha llegado a la conclusión de que los tiempos viran hacia una demagogia más escandalosa si cabe que la actual, de la que Duran ha sido pionero, visionario, adelantado y profeta. Nunca alcanzará la suerte que cree merecer, lo que no obsta para que se oriente como un Ahab en la neblina, pero con la mentalidad de capitán de crucero por el Mediterráneo, rollo Costa Concordia. Así que el abandono del barco también puede interpretarse como la inminencia de un naufragio sin supervivientes.

Ha negado que lo que viene siendo el proceso separatista haya influido en su marcha, lo que es la confirmación de que el proceso separatista es la causa de fondo del divorcio entre Duran y Mas, una de esas parejas de conveniencia que habían llegado a tal grado de intimidad que ni se dirigían la palabra. Pero hay una noticia en torno al comandante democristiano que ha pasado inadvertida y tal vez ayude a entender la fase política por la que estaría atravesando nuestro hombre de Alcampell, Huesca.

Unió debe unos 98 millones de euros de un crédito de la vieja caja de Guipúzcoa que se dejó de pagar en 1996, cuando Aznar conquistó La Moncloa tras el pacto del Majestic y Duran dirigía una cosa llamada Galeusca que agrupaba al Bloque gallego, al PNV y a Unió. Durante todos estos años, los intereses de demora han alcanzado la fantástica cifra aludida, que el partido (en el que la firma que lo autoriza todo es de Duran) debería pagar si conciliara sus teorías económicas con sus prácticas contables. Pero no, Duran dice ahora que no paga. Está en el tema de Podemos y de Ada Colau y cuando le vinieron con la papela de la deuda y que a ver qué pasaba no sabía si partirse o mondarse. "Los intereses en aquella época eran abusivos", declaró. Así, a palo seco, como el que llega a un banco y dice eso de "Estoy muy loco". No saben en la guipukutxa con quién han topado. Nada menos que con Duran, pero no con el Enric Duran antisistema que entre 2006 y 2008 pidió 38 prestamos personales en diferentes bancos para demostrar el caos financiero, sino con Duran Lleida, el portavoz de Can Palace en lucha, remake de Can Vies no se rinde.

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