Las perversiones de la lengua
He ahí el deseo de todos: declarantes, periodistas, sufridos contribuyentes. ¡Mi reino por un titular!
Nos encontramos inmersos en plena campaña electoral para "las europeas". ¿O es solo una precampaña? Los candidatos todos insisten en que estas elecciones son definitivas, importantísimas. Desde luego lo son para sus respectivos sueldos y privilegios, que no son magros. Los demás no acabamos de columbrar la trascendencia de estos comicios.
Es el momento de aguzar los recursos del politiqués. Lo mejor es marcar objetivos que suenen bien, que nadie pueda oponerse a ellos. Por ejemplo, acabo de oír (sin escuchar mucho) que no sé qué partido va a conseguir el "pleno empleo" y además "erradicar la pobreza". Es claro que esas dos metas resultan inalcanzables. Pero en ese caso sus proponentes "seguirán trabajando", como ellos dicen.
El adjetivo más utilizado es social. Francamente no sé lo que significa. Algunos dan a entender que es más social aumentar el gasto público y, por tanto, inevitablemente más impuestos. ¿Será entonces antisocial pedir que bajen los impuestos?
Me confundo con los datos de quién dice qué. El otro día una lideresa gritó contra el "austerticidio". ¡Atiza! Nunca había oído tal neologismo. ¿Habrá que matar la austeridad en el gasto público? ¿O es que nos matan a los contribuyentes necesariamente austeros?
Me dicen que el eslogan de uno de los grandes partidos es este: "O ganan las personas, o gana la derecha". La dicotomía es un modelo de estulticia. Habrá que colegir que solo son personas las que votan a la izquierda. Creo que me han engañado, que ese eslogan es solo una broma.
José María Navia-Osorio me comenta que en su patria querida de Asturias un candidato del PP aconseja no votar a los "partidos personalistas". Es un nuevo concepto. Pero, en ese caso, el consejo implícito es también que se vote al PSOE. Se trata de un ejemplo de altruismo electoral.
El líder de un sindicato de clase especificó que "los empresarios son in-in", esto es, "incompetentes e impresentables". Donoso juego de palabras.
Quedábamos en que estas elecciones iban a entrar en liza nuevos partidos. No veo a sus líderes por la tele. Lógicamente, los candidatos de esas nuevas formaciones tendrían que ser los más solicitados por los periodistas. No entiendo. La verdad es que los candidatos que aparecen en la pantalla azul convencen poco. Por cierto, esa misma falta de sorpresa afecta asimismo a la mayor parte de los comentaristas. Total, lo mejor de la tele es el fútbol, siempre que no me pongan las declaraciones de los futbolistas o los entrenadores. Los cuales comparten con los candidatos electorales esta misión, "dar un titular". No un razonamiento, una explicación, una cogitación cualquiera, sino un titular. He ahí el deseo de todos: declarantes, periodistas, sufridos contribuyentes. ¡Mi reino por un titular!
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