Eguiguren a Bildu, Herzog a la calle
Está visto que el terrorismo de ETA ha tenido y sigue teniendo unos efectos devastadores en algunas personas.
Está visto que el terrorismo de ETA ha tenido y sigue teniendo unos efectos devastadores en algunas personas, aparte del principal, que han sido los 857 crímenes de la banda terrorista. Digo esto porque en los últimos días hemos conocido algunas declaraciones de cargos públicos del PSE y del PP en el País Vasco que solo pueden explicarse desde la óptica de la desestabilización emocional, personal, psíquica en definitiva, que tantos años de terror, de miedo, de falta de libertad, ha causado.
El presidente del Partido Socialista de Euskadi, Jesús Eguiguren, que fue el negociador principal de Zapatero con ETA en el mal llamado proceso de paz, acaba de decir en Gara, el periódico afín a los terroristas, que se ha dado cuenta de que en Madrid "con ETA se vivía mejor". También ha señalado, como si de un destacado nacionalista vasco se tratara, que "sin Navarra, Euskadi no tiene sentido".
Por otra parte, el concejal del PP en la localidad guipuzcoana de Rentería, José María Herzog, lleva una racha imparable. Hace una semana, en el programa de Jordi Évole, acusó al exministro del Interior Jaime Mayor Oreja de no querer que acabara ETA porque tenía intereses personales en empresas de seguridad. Esa acusación le debió de parecer de poco calibre, ya que según ha dado a conocer la AVT en un comunicado y ha relatado la propia presidenta de la asociación, Ángeles Pedraza, en Es la Tarde de Dieter, le dijo al delegado de la AVT en el País Vasco, en una conversación telefónica, que Mayor Oreja es "un hijo de puta caníbal que se ha comido y bebido la sangre de sus compañeros" y que Carlos Iturgáiz es "el muñeco que hace todo lo que dicta su jefe", el propio Mayor Oreja, con el que se ve que tiene una especial fijación. En esa misma conversación, y siempre según el comunicado de la AVT, llamó “zorra guarra” a Pedraza.
El concejal ha negado que profiriera esos insultos que se le atribuyen. Lo que no puede negar –está grabado– son las cosas que dijo en ese programa de televisión de hace una semana: la gravísima acusación que hizo a Mayor Oreja, sus declaraciones complacientes hacia Bildu, la denuncia de la existencia de torturas policiales, o las críticas que en el pasado mes de octubre hizo a una operación de la Guardia Civil contra Herrira –la organización que controlaba a los presos de ETA–, llegando a lamentar "los disgustos sufridos por quienes fueron detenidos y las molestias causadas por la Guardia Civil durante la operación policial".
Lo de este concejal sólo tiene una salida: su expulsión inmediata del PP, porque la sarta de insultos dirigidos hacia compañeros y hacia las víctimas del terrorismo, así como las críticas a una operación policial para detener a colaboradores de ETA, le descalifican no sólo para ocupar su escaño de concejal un día más, sino para ser militante de su partido. Si la presidenta de los populares vascos, Arantza Quiroga, tan diligente para apartar a populares alaveses de responsabilidades dentro de la organización, no toma la decisión de expulsar a Herzog, debe hacerlo la dirección nacional del PP.
Lo de Eguiguren es otra cosa y tiene otro remedio. Hay que entender que tantas horas de conversaciones con Arnaldo Otegi en el caserío de Txillarre, ubicado entre el valle del Urola y el valle del Deva, y con la dirección de ETA en Noruega le puedan dejar a uno un poco turulato. Pero si esto sucede, lo que no puede es seguir siendo el presidente de los socialistas vascos. Puede ser cualquier otra cosa, por ejemplo, pasar a formar parte del grupo de verificadores internacionales, si le place, lo que además le reportaría unos aceptables beneficios económicos.
Cuando dice Eguiguren: "En Madrid, con ETA se vivía mejor", aparte de estar empleando el mismo argumento de los nacionalistas, que siempre ven en Madrid el origen de todos sus males, sabe que está ofendiendo no sólo a las víctimas del terrorismo que han sido asesinadas fuera del País Vasco –entre ellas compañeros suyos de partido como Ernest Lluch–, sino a todos los ciudadanos que han sabido sufrir juntos y hacer frente al dolor causado por los crímenes de ETA en cualquier rincón de España.
En cuanto a lo de "Sin Navarra, Euskadi no tiene sentido", tiene toda la razón; aunque le faltó añadir: "Para los nacionalistas del PNV y para los terroristas de ETA". Lo malo es que eso mismo deben de pensar sus compañeros navarros del PSOE, a los que Blanco en 2007 y Rubalcaba hace dos meses tuvieron que frenar para que no pactaran con los amigos de ETA en la Comunidad Foral.
Así como en el caso del concejal del PP la solución es la expulsión, en el de Eguiguren, al que algo conozco, y le considero en los antípodas de la ideología más bien carca del PNV, la solución es que pida la baja en el PSE y se apunte a Bildu, que es su sitio natural: un partido de izquierdas y abertzale. La otra alternativa es que se vaya a su casa, que tampoco pasaría nada.
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