El asesinato de Francisco Fernando
El atentado plantea algunas cuestiones que los historiadores no han terminado de resolver.
El 28 de junio de 1914 terroristas serbobosnios asesinaron en Sarajevo al heredero del trono de Austria-Hungría, el archiduque Francisco Fernando, y a su esposa Sofía. El atentado puso en marcha una crisis que acabaría el 4 de agosto con el estallido de la Primera Guerra Mundial.
El complot se fraguó en Belgrado. Allí, el jefe de los servicios secretos serbios, el coronel Dragutin Dimitrijevich, dirigía una organización secreta llamada Ujedinjenje ili Smrt, es decir, Unión o Muerte, más conocida como La Mano Negra. Su objetivo era lograr, por medio del terrorismo y el sabotaje, la unión de todos los eslavos del sur en un sólo gran reino de Serbia. Tras las frustraciones de las Guerras Balcánicas, Apis, que era el nombre en clave del coronel, decidió que había que cometer un gran atentado en Bosnia-Herzegovina. Estas dos provincias eran el núcleo del irredentismo serbio. Densamente pobladas por serbios ortodoxos, además de serbios musulmanes y croatas católicos, pertenecían al imperio otomano desde la Edad Media. En 1878 el Congreso de Berlín entregó su administración a Austria-Hungría, aunque los turcos conservaron la soberanía nominal. En 1908 fueron definitivamente anexionadas a la corona por Viena, lo que fue considerado un ultraje en Belgrado y en San Petersburgo.
El primer objetivo de Apis fue Oskar Potiorek, el gobernador de las dos provincias, pero en enero supo que Francisco Fernando visitaría durante el verano las provincias para asistir a unas maniobras militares. Entonces lo cambió por el archiduque. Supo el coronel además que Francisco Fernando visitaría Sarajevo el 28 de junio y decidió que sería entonces cuando se cometería el asesinato. La fecha no fue escogida por casualidad. El día de San Vito es la fiesta nacional serbia, pues fue tal día como ése pero en 1389 cuando los serbios fueron derrotados por los turcos en la batalla de Kosovo, a raíz de la cual perdieron su independencia. Apis encargó a su lugarteniente la organización del atentado. El comandante Tankosich reclutó en los cafés de Belgrado, atestados de jóvenes extremistas deseosos de combatir por Serbia, a siete serbobosnios huidos de Austria-Hungría por diferentes razones. Todos eran cristianos ortodoxos menos uno, que era un joven carpintero musulmán. Era extraño que un mahometano se convirtiera en nacionalista serbio porque, en general, los bosnios en la fe del islam respaldaban la soberanía austriaca. Sin embargo, Mohamed Mehemedbasich, que ya había asistido a alguna reunión de La Mano Negra, fue aceptado como integrante del grupo.
Tras un corto adiestramiento de urgencia, los terroristas fueron enviados a Sarajevo provistos de pistolas, granadas de mano y ampollas de cianuro con las que darse muerte en el caso de ser capturados por la policía austriaca. Atravesaron la frontera con la ayuda de guardas serbios que colaboraban habitualmente con la organización terrorista.
Llegada la fecha, seis de ellos se dispusieron en el recorrido que haría el séquito de Francisco Fernando por la ciudad a lo largo río Miljacka. El séptimo estuvo encargado de recorrer arriba y abajo la calle con el fin de comprobar que cada cual estaba en su puesto y mantener alta la moral del grupo. Cuando Francisco Fernando llegó a la ciudad, su coche descubierto se cruzó primero con Mehemedbasich, que no hizo nada. Cuando el cortejo de automóviles llegó a la posición del segundo terrorista, el cajista de imprenta Nedjelko Cabrinovich, éste golpeó el percutor de una granada de mano contra una farola y la arrojó sobre el vehículo del archiduque. La bomba cayó sobre la lona plegada del coche, botó y saltó hacia atrás haciendo explosión en el suelo, desde donde hirió a dos de los pasajeros del vehículo que iba detrás. Cabrinovich fue detenido, los heridos fueron conducidos al hospital y el archiduque continuó su visita conforme al programa previsto dirigiéndose al Ayuntamiento. Acabados los actos allí previstos, Francisco Fernando quiso ir a visitar a los heridos. Su coche tomó el camino de vuelta por donde había venido. Llegados a un punto, Oskar Potiorek, el gobernador, que ocupaba el asiento junto al conductor, se percató de que el chófer estaba equivocando el camino y le ordenó dar la vuelta. Mientras maniobraba en una estrecha calle de la capital bosnia, uno de los terroristas, el estudiante tuberculoso Gavrilo Princip, se encontró frente al automóvil. Se acercó y disparó dos veces, hiriendo mortalmente a la pareja. Sofía murió probablemente en el acto mientras su marido moribundo le imploraba que sobreviviera por el bien de sus hijos. El archiduque expiró poco después de llegar al hospital.
Princip fue detenido inmediatamente. Como Cabrinovich, se las apañó para ingerir el cianuro pero, igual que a su compañero, el veneno tan sólo le provocó mal de estómago y abundantes vómitos sin lograr acabar con su vida. A los pocos días, todos los terroristas fueron detenidos, excepto el carpintero musulmán que logró escapar. Tras interrogarlos, las autoridades austriacas supieron enseguida que el asesinato había sido urdido en Belgrado por La Mano Negra y que los terroristas habían sido auxiliados por guardas de frontera serbios.
El atentado plantea algunas cuestiones que los historiadores no han terminado de resolver. La primera cuestión es si el Gobierno serbio sabía lo que sus servicios secretos estaban planeando. La segunda es si, dando por hecho que lo sabían, avisaron a las autoridades austriacas. La tercera es si los rusos estaban al corriente del atentado y si dieron su visto bueno. Y la cuarta es si el mal estado del cianuro y la inequívoca procedencia serbia de las armas entregadas a los terroristas no tenía por finalidad que la policía austriaca descubriera enseguida quién estaba detrás.
Para todas ellas, la respuesta más probable es la afirmativa, aunque nada ha sido demostrado. Pasich, el primer ministro serbio, tenía informadores dentro de la organización y es probable que transmitiera una ambigua advertencia a las autoridades de Viena. Es fácil que éstas no hicieran caso pensando que lo único que querían los serbios era frustrar una visita que hería sus sentimientos nacionales. Por otra parte, se sabe que Victor Artamonov, agregado militar ruso en Belgrado, financiaba a La Mano Negra y tenía estrecha relación con Dimitrijevich, y es probable que ambos, con o si el consentimiento de San Petersburgo, desearan provocar un conflicto con Austria-Hungría.
Conforme a los cánones de entonces, como a los de hoy, el asesinato de Francisco Fernando fue un acto de terrorismo. Visto así, ha de considerarse como el atentado más exitoso de la historia. El objetivo político de quienes lo cometieron era que todos los eslavos del sur, es decir, los yugoeslavos, tuvieran una sola patria, una Gran Serbia. El asesinato puso en marcha una cadena de acontecimientos, incluido el estallido de la Gran Guerra, que dio lugar a la creación del reino de Yugoslavia, donde además de Serbia, Montenegro y Macedonia se integraron viejos territorios de Austria-Hungría, Vojvodina, Eslovenia, Croacia y Bosnia-Herzegovina.
Hoy, Yugoslavia ya no existe. Las viejas provincias de Austria-Hungría padecieron terribles conflictos entre 1991 y 1999, tras los cuales se convirtieron en minúsculas repúblicas que tratan con desigual fortuna de salir a flote. La zona más próspera del viejo imperio es, con mucha diferencia, la propia Austria, donde sus ciudadanos, a pesar de haber perdido dos guerras mundiales, disfrutan de un nivel de vida que para sí quisieran los que un día fueron súbditos de los Habsburgo. Visto así, es dudoso que el atentado de Sarajevo pueda realmente ser considerado a la larga el éxito que en 1919 pareció.
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