Libertad para controlar
El Gobierno de Cataluña tiene muchos problemas que resolver como para andar persiguiendo a los periodistas según su ideología, ¿no creen?
El Gobierno de Cataluña hace proclamas de libertad pero sus actuaciones demuestran que trabaja a diario por todo lo contrario. No desea la libertad sino, precisamente, poder restringirla para controlarlo todo aún más.
Desde hace décadas, el separatismo catalán ha trabajado sin descanso para colarse en la educación, la sociedad civil, los medios de comunicación y, en definitiva, en todas las posibles correas de transmisión de su doctrina; en los últimos días tenemos muchos ejemplos del ejercicio de ese control concretamente sobre los medios de comunicación.
Recientemente se han hecho públicos dos informes encargados por el Gobierno para clasificar a los medios y periodistas de Cataluña en función de su ideología política en ámbitos como soberanistas, españolistas, federalistas y sin identificar. Sí, sí. Tal y como lo oyen.
Así mismo, hace escasos días hemos conocido que a algunos medios privados de Cataluña les ha tocado la lotería. Se han aprobado suculentas subvenciones a la prensa que usa el catalán o el aranés (como si el castellano no fuera lengua de Cataluña). Con esto han encontrado la rendija perfecta para seguir alimentando a medios afines con la excusa de fomentar estas lenguas. Sin embargo, casualmente muchos medios que también usan el catalán pero que no comulgan con el separatismo se quedan sin probar bocado.
Pero que nadie se despiste. No hablamos del dinero que se da a los medios de comunicación públicos. No, hablamos de medios de comunicación privados (supuestamente). Aunque viendo la trayectoria que tienen algunos en recibir dinero público es más adecuado calificarlos de concertados.
Es curioso. El Gobierno de Cataluña se queja constantemente de que no tiene dinero, pero para este tipo de subvenciones siempre encuentra algo suelto. Sin duda en esto tienen una capacidad extraordinaria.
Por último, recordarán el informe del Consejo del Audiovisual de Catalunya (CAC). Ese informe en el que se recogen declaraciones de periodistas, tertulianos de diferentes televisiones de ámbito nacional y un representante público (yo misma) porque, se supone, fomentan "el odio, menosprecio o discriminación" a Cataluña.
Bien, pues este informe no quedó ahí. El Gobierno ha demandado a los periodistas a los que previamente había señalado y las demandas son por atentar contra el honor del pueblo catalán. ¡Como si los que no somos separatistas no fuéramos también Cataluña!
No sé si vendrán a por mí (a día de hoy no he recibido nada), pero si vienen no me importará repetir delante de un juez lo que dije respecto a las multas lingüísticas en Cataluña: que son una persecución.
Por cierto, ante las barbaridades que cada día se dicen en muchas de las televisiones de Cataluña sobre España, el resto de españoles, diputados de Ciudadanos, etc., el Gobierno y su herramienta (el CAC) mantienen un silencio sepulcral.
Además, el Gobierno de Cataluña tiene muchos problemas que resolver como para andar persiguiendo a los periodistas según su ideología, ¿no creen?
Con este artículo no quiero decir que la injerencia política en los medios de comunicación sea un caso propio de Cataluña. Ni mucho menos. Lamentablemente, tenemos ejemplos recientes que demuestran que tampoco en el conjunto de España la prensa queda libre de los tentáculos políticos. Pero sin duda en nuestra comunidad autónoma nos llevamos la palma.
El Gobierno de Cataluña, ese que va dando lecciones de democracia y libertad, debería saber lo importante que es en una democracia tener una prensa libre e independiente (no independentista). ¿El Gobierno de Cataluña pide libertad? Sí; pide libertad para controlar más.
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