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Inés Arrimadas

S.O.S. España

No caigamos en su juego. Esto no es "España contra Cataluña". Cataluña, como el resto de España, vale mucho la pena. No nos dejen solos, no nos abandonen.

Sin duda, además de la económica, la principal consecuencia negativa del separatismo catalán es la confrontación social que genera entre los catalanes.

En Cataluña desgraciadamente este es un hecho que cada vez es más palpable. Les aseguro que este año muchas cenas de Navidad se verán amargadas por las discrepancias políticas; y me refiero a algo que va mucho más allá de lo que puede ocurrir en cualquier sitio.

Pero si eso es algo que los que vivimos en Cataluña lo tenemos más que comprobado, lo que tenemos que evitar también ahora es la confrontación con el resto de ciudadanos de España.

Entiendo que cuando un andaluz, un asturiano o un madrileño escuchan determinadas declaraciones de Artur Mas, de Oriol Junqueras, de algunos tertulianos de la televisión pública catalana o de otros miembros del separatismo oficial (del tipo: España nos roba, España nos asfixia, Estado opresor, maltrato fiscal a Cataluña, maltrato cultural, etc.), sientan cierto resquemor. E incluso que cuando vean, a título de ejemplo, que CiU lanza un cartel que dice textualmente "La España subsidiada vive a costa de la Cataluña productiva" a alguien le pueda entrar ganas de soltar un improperio.

Pero lo que no podemos permitir es que este tipo de comentarios o campañas lanzadas desde el separatismo catalán hagan perder la perspectiva a nuestros compatriotas del resto de España.

Cataluña no es el separatismo. Debemos distinguir la Cataluña oficial (falsamente homogénea) de la real (absolutamente plural). Distinguir a los gobernantes de Cataluña (y todas sus herramientas) del conjunto de los ciudadanos catalanes.

Esa imagen que pretenden vender de "El pueblo catalán no se siente español y ansía la independencia" es falsa. Nosotros, los ciudadanos de Cataluña que también nos sentimos españoles y que queremos seguir siéndolo, somos también Cataluña.

En el resto de España se escucha a Mas, a Junqueras o a Duran i Lleida, pero no llega el relato de personas catalanas anónimas que reconocen que no se hablan desde hace un año con su cuñado por este asunto; que no les han renovado en su empresa por estar en Ciutadans o profesores universitarios que no darán clase el año que viene tras participar en actos de los partidos que defendemos la unión. O peor, padres que nos vienen escandalizados con las cosas que a sus hijos les enseñan en el colegio.

Y esas personas, también catalanas, piden ayuda y lanzan un simbólico S. O. S.

Ante los continuos desafíos secesionistas de los sucesivos Gobiernos de la Generalitat, muchos ciudadanos de otros lugares de España piden al Gobierno central que reaccione y que no mire para otro lado, como está haciendo hasta ahora, pensando que el problema se va a solucionar solo. Hasta ahí estamos totalmente de acuerdo.

Ahora bien, esa reacción puede ser de diferente tipo.

Antes de apostar por una solución piensen que lo que le ocurra a Cataluña lo pagará el conjunto de los ciudadanos catalanes.

Por poner un ejemplo: somos conscientes de que Cataluña es la comunidad autónoma que más dinero ha recibido del Fondo de Liquidez Autonómico y, por supuesto, estamos de acuerdo en un mayor control del dinero enviado por parte del Gobierno de España para que no se gaste en alimentar al separatismo. Yo tampoco quiero que todos los españoles den dinero a la Generalitat para mantener organismos públicos duplicados o televisiones públicas carísimas que son instrumentos políticos mientras se cierran quirófanos. Y tampoco quiero que en Cataluña no se cumplan sentencias mientras se exige buena parte del pastel.

Pero no quiero que los servidores públicos, o que los autónomos y las empresas que han trabajado para la Administración, no puedan cobrar; que se cierren hospitales, que no haya material escolar ni profesores o que se deje de atender a la población que realmente lo está pasando mal.

El separatismo catalán no es solo un problema de Cataluña, ni de los catalanes, es un problema de toda España y de todos los españoles.

No caigamos en su juego. Esto no es "España contra Cataluña". Porque les aseguro que aquí nos habrán ganado ellos por experiencia, convicción y fullería. Al separatismo le interesa también dar visibilidad a esta confrontación en ambos sentidos porque así alimentan la idea de "Nos queremos ir de España porque, además de robarnos, nos odian".

Cataluña, como el resto de España, vale mucho la pena. Maravillosa tierra y maravillosa gente. Solo así se entienden nuestras ganas de seguir viviendo aquí cuando prácticamente somos el enemigo a batir.

Los que estamos acostumbrados en Cataluña a defender también al resto de España, nos encontramos últimamente con que allí tenemos que defender también a Cataluña y a los catalanes.

No nos dejen solos, no nos abandonen; nosotros, los que nos sentimos catalanes y españoles, somos Cataluña pero ojo, que también somos España.

Escribiendo esto me surge una última reflexión. El órgano censor del Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) intenta coartar nuestra libertad de expresión y a los diputados de Ciutadans nos incluye en listas negras por supuestamente "fomentar el odio hacia Cataluña"; pues que sepan que tenemos el firme propósito de seguir fomentando el amor, el respeto y el cariño hacia Cataluña. Mal que les pese.

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