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Pablo Planas

Los Mossos y el Mossad: licencia para espiar

La Generalidad no tiene dinero para pagar las becas de comedor pero le da vueltas a un Estado con Hacienda y un servicio secreto a lo grande.

Ya está disponible el libro Servir Catalunya. Artur Mas, l'home, el politic, el pensador. Se trata de una larguísima entrevista en la que se insiste en las cualidades providenciales del president. No hay novedades. Mas es monocorde. Se puede leer en la página 245:

Preparar la Agencia Tributaria Catalana es básico. Se está trabajando, pero trabajamos con este punto de discreción al que obliga el hecho de que no todo el mundo sepa al milímetro todo lo que se está haciendo, porque, si lo sabe todo el mundo, también lo saben nuestros adversarios. No podemos ser tan incautos o imprudentes e ir con todas las cartas abiertas de tal manera que nuestros adversarios sepan en qué minuto han de accionar cada palanca para hundir cada momento de este proceso.

Es una transcripción literal de las palabras de Mas que reúne en un solo párrafo dos de las grandes obsesiones nacionalistas, el dinero y los secretos. Todo esto de la secesión, según cuenta Mas, empezó porque a Rajoy no le dio la gana negociar un nuevo pacto fiscal en septiembre de 2012. De ahí la agencia tributaria. La segunda manía es que Mas está convencido de que es el objetivo número uno de la última guerra sucia de España. La mezcla de megalomanía y desconfianza aviva una tercera fijación nacionalista, la del espionaje en versión Stasi.

Desde sus comienzos, Convergencia ha querido disponer de un servicio secreto al viejo estilo. Para ello ha organizado, montado o alentado brigadas de simpatizantes, unidades de los Mossos d'Esquadra, células de espontáneos, agencias de detectives y desde hace unos pocos años un organismo denominado Centro de Seguridad de la Información de Cataluña, el Cesicat. La pureza ideológica de los propios y el acceso por cualquier medio a información sensible de los extraños han sido siempre los objetivos de las sucesivas fantasmadas de CiU y la Generalidad, por otro lado absolutamente ilegales, enfermizas y antidemocráticas.

Un despido ha abierto la mayor crisis conocida hasta ahora en la historia del espionaje catalán, puesto que a esa causa se atribuye la filtración del delirante informe en el que el Cesicat aboga por contactar con el Mosad a través de la policía vasca de cara a montar la Agencia Nacional de Seguretat, una especie de CNI a la catalana que colmaria y culminaría las expectivas estatales de Cataluña. No por estúpido, chapucero y palurdo deja de tener su sustancia el documento.

La Generalidad no tiene dinero para pagar las becas de comedor pero le da vueltas a un Estado con Hacienda y un servicio secreto a lo grande, con la pretendida asesoría del Mosad nada menos. Y todo eso en un power point. Nivelazo. Lo menos siniestro del expediente es que "ese punto de discreción" del que alardea Mas, Anacleto Mas, ha saltado por los aires porque han echado a un funcionario. Lo más gracioso, que Mas, en el Parlamento regional, haya acusado al CNI de estar detrás de ese informe para desacreditarle. No niega, en cambio, que se pretenda convertir a los Mossos en el Mossad, como resumió parte de esta historia días atrás el director de esRadio, Javier Somalo.

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