Colabora
Emilio Campmany

Verborrea de expresidentes

Aznar y González han coincidido en Madrid presentando sus respectivos libros. Y ello ha despertado gran interés. No entiendo por qué.

Este jueves, Aznar y Felipe González han coincidido en Madrid presentando sus respectivos libros. Esto ha dado ocasión a que ambos hagan declaraciones. Y ello ha despertado gran interés. No entiendo por qué.

Felipe González dice de sí mismo que durante su mandato se crearon las bases de la cohesión social. Es mentira. Durante su mandato no se creó ninguna base de la cohesión social por la sencilla razón de que esas bases ya las puso Franco. Lo que pudo hacer Felipe González es extender hasta donde le permitió la economía española, y algo más allá, las coberturas sociales cuyas bases fueron puestas por el régimen franquista. Pero el sevillano olvida que hizo más cosas. No sólo el GAL, también desprestigió la democracia alumbrada por la Transición. Lo hizo demostrando lo muy corrupto que un gobierno podía ser en el nuevo régimen. Y serlo impunemente. Eso es mérito de Felipe González. Y esa democracia ya nunca volvió a ser lo que fue durante sus primeros cinco años de vida. Y luego dice que Rubalcaba tiene una crisis de liderazgo. Más allá del hecho de que será el PSOE y no Rubalcaba el que tiene una crisis de liderazgo, González no es nadie para hablar hoy de eso cuando es directamente responsable de mucho de lo peor que ha pasado y pasa en el PSOE y en España.

Comparado con este personaje, un charlatán de feria convertido en estadista por los medios de comunicación a los que llenó las arcas, Aznar aparece como un gigante. Pero no lo es. Lleva ya varios meses quejándose, con razón, de lo mal que lo hace Rajoy. Y, naturalmente, los medios se afanan en poner micrófonos y altavoces a sus críticas. Pero luego resulta que éstas no tienen otro objetivo práctico que promocionar sus libros. Los habrá que digan que en realidad no puede hacer nada. Claro que puede. Mucho más de lo que parece. Lo que pasa es que todo lo que haga con vistas a que su partido enderece el rumbo y se dedique a ejecutar el programa con el que ganó las elecciones conlleva el riesgo de salir escaldado, ya que lo más probable es que Rajoy, armado del inmenso poder que da el BOE, resista el embate del expresidente. ¿Y qué? Habrá que intentarlo, digo yo. El único que puede arrastrar a una porción suficientemente numerosa del grupo parlamentario popular y darle a Rajoy un tantarantán para que haga lo que tiene la obligación moral de hacer y se niega es Aznar. Pero a éste lo que le gusta es amagar, amagar, amagar y no dar. Es como un viejo boxeador que ya sólo se encuentra cómodo peleando con el punching, nunca contra alguien de carne y hueso. Pues francamente, para eso, calladito está más mono y que deje que en casa se dedique a la política la única que de verdad lo hace, su mujer.

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