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Guillermo Dupuy

El avestruz, peor que el faisán

La bochornosa mentira de Fernández Díaz respecto de sus “ejemplares” antecesores en Interior requería una sentencia tan bochornosa como esta

Con este mismo título publiqué hace dos años un artículo que concluí afirmando:

Lo que me parece evidente es que la barbaridad que se perpetró en el bar Faisán va a resultar pecata minuta comparada con la que se está perpetrando en el ámbito judicial para lograr su impunidad.

Pues bien. A la vista del bochornoso enjuiciamiento y la bochornosa sentencia del caso, y del clamoroso silencio del Gobierno ante todo ello, no puedo sino ratificar la voluntad del PP de Rajoy de pasar página y dar carpetazo al asunto. El problema está en que la dinámica que impuso la paz sucia de ZP, a diferencia de la guerra sucia de González, que sí que es cosa del pasado, sigue viva, y exige y va a seguir exigiendo complicidades en el PP que van mucho más allá del no querer saber o, más bien, que se sepa lo que pasó en ese bar.

Recordemos, entre innumerables e incipientes muestras de esa complicidad, la bienvenida que Rajoy acordó con Rubalcaba dar al nauseabundo y chantajista comunicado de alto el fuego definitivo de ETA o las clamorosas mentiras que pronunció Fernández Díaz nada más ser nombrado ministro del Interior, cuando calificó de "ejemplar" la labor de sus antecesores socialistas y proclamó:

Para que lo sepa todo el mundo, (...) me consta que el Ministerio del Interior en ningún momento ha dejado en suspenso el Estado de Derecho.

Pues bien. Semejante mentira institucionalizada exigía, por supuesto, la ahora lograda impunidad del caso Faisán; pero exige también que un terrorista como Josu Ternera siga sin ser detenido, que la Ley de Partidos siga siendo papel mojado y que se presente como "imperativo legal" la excarcelación de terroristas, tal y como se hacía en tiempos de De Juana Chaos.

Lo que tenemos que entender es que el caso Faisán no es el único y ni siquiera el más grave capítulo de un sucio proceso de paz, todo él radicalmente ajeno al imperio de la ley, cuya dinámica sigue vigente. Lo que tenemos que entender es que tapar la infamia de pasados Gobiernos ha exigido y seguirá exigiendo perpetrar nuevas infamias al Gobierno presente. Todo por culpa de una falsa, extendida y envilecedora noción de la paz incompatible con el Estado de Derecho.

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