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Francisco Aranda

Esperando el striptease de Obama en el Congreso

Según la CNN, el 60% de los norteamericanos se opone a la entrada en vigor del 'Obamacare'.

Imagino que, debido a la propaganda que llega a España, usted pensará que los republicanos de los EEUU son unos seres malos malísimos con cuernos y rabo, que han secuestrado al pobrecito de Obama (ya saben, el primo americano de Rodríguez Zapatero) y se han situado a las puertas de los edificios federales, impidiendo su acceso a la población.

Del mismo modo, a lo mejor también cree usted que el Congreso americano está rodeado por una cadena humana, presidida por la familia Bardem, que pide que se ponga en marcha el Obamacare, y que en su interior campan por sus respetos chicos y chicas desnudos gritando: "¡El Obamacare es sagrado!".

Pues bien, la realidad es que no está sucediendo una cosa ni la otra. Precisamente pasa todo lo contrario, pero es más sencillo decir que los abominables neocones del tea party tienen paralizado el país porque no quieren una Seguridad Social gratuita para los más pobres. Por cierto, el bloqueo a los presupuestos no es una novedad. En los últimos cuarenta años ha tenido lugar ya en 27 ocasiones, y en casi la mitad de ellas el Partido Demócrata tenía mayoría en las dos Cámaras.

En EEUU la gran mayoría –más del 80%– de los programas de carácter federal, entre los que se encuentran los relacionados con las prestaciones por desempleo, la Seguridad Social o la sanidad, no funcionan en función del Gobierno de turno, sino que están autorizados a perpetuidad. Es decir, no son una prebenda hacia su pueblo de Obama, ni lo fueron de Bush o Clinton.

Por otro lado, también he escuchado decir a prestigiosos tertulianos que, si no se autoriza incrementar el techo de endeudamiento, los norteamericanos no podrán pagar su deuda pública. Bien, esto es ridículo, porque el nivel de ingresos ordinarios del Gobierno federal es más de nueve veces superior a lo que deben, incluyendo intereses de la deuda. Lo que señalan los malvados republicanos es que debido al enorme endeudamiento del Gobierno es preciso repasar el capítulo de gastos. Es decir, lo mismo que hacemos usted o yo en nuestra economía doméstica, a pesar de lo ingrato que pueda resultar decirle a nuestros hijos que este verano las vacaciones en la playa tienen que reducirse drásticamente o que el viaje al extranjero de la familia tendrá que esperar.

La situación actual no la han provocado los republicanos, sino los de Obama, que se han negado por tres veces a aprobar una prórroga de presupuestos que financiaba todos los gastos, excepto el Obamacare. Es más, la última vez los republicanos llegaron a aceptar el programa sanitario de marras, excluyendo de su uso a los miembros de la Administración y del Congreso. Tampoco coló.

En cuanto al estado de opinión de los norteamericanos con respecto al Obamacare, nada es lo que parece. Según la CNN, el 60% de los norteamericanos se opone a la entrada en vigor de esa ley sanitaria. Pero no se trata de un tema de simpatías o antipatías. Su entrada en vigor supondría la puesta en marcha de 21 nuevos impuestos, porque habría que pagar 500.000 millones de dólares en los próximos diez años. Además, el 69% del coste de la reforma recaería directamente sobre las economías de las familias con menores recursos. Así que no esperen ningún desnudo en el Congreso. Ni siquiera de Obama, porque eso sólo lo hace en las exclusivas islas de Martha's Vineyard, cerca de Boston, lugar de veraneo de la nobleza americana más tradicional.

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