El 'papa' sefardí
El rabino Ovadia Yosef ha sido una figura clave de la historia del Israel moderno.
En casa de mis abuelos, uno de los tesoros más preciados es una instantánea en la que salen retratados mi abuelo paterno y el rabino Ovadia Yosef cuando éste era Rishon Letzion, el gran rabino sefardí del Estado de Israel.
De pequeño, siempre preguntaba:
–¿Quién es ese señor con barba y túnica que está junto al abuelo?
No sin gracia, para que yo lo entendiera, me respondían:
–Es nuestro papa.
Ovadia Yosef es una figura fundamental del judaísmo del siglo XX. La importancia de su legado queda de sobra manifiesta en la afluencia a su funeral, unas 800.000 personas, el entierro más multitudinario de la historia de Israel, según The Times of Israel. No es para menos, en el mundo haredí se le conoce como Gadol Hador –grande de la generación–, título que sólo han ostentado figuras tan importantes como Rab Akiva o Maimónides.
Ciertamente, hay pocos sepelios comparables al de Ovadia Yosef en la historia del pueblo judío. Según la literatura rabínica, tenemos que remontarnos al entierro del rabino Yehudá Hanasí, el redactor de la Mishná –origen y parte primordial del Talmud, como expliqué en otro artículo–, que llevó a una multitud a recorrer una distancia de cuatro horas a pie, desde Tzipori hasta Bet Shearim, en el año 219 DC.
Pero Ovadia Yosef no sólo ha sido un líder espiritual y un erudito del Talmud y de la halajá –ley que regula la observancia diaria–. También ha sido un político hábil, que ha conseguido que los sefardíes y misrajíes de Israel hayan formado parte de los sucesivos Gobiernos del país. La formación que fundó, el Shas, es el partido bisagra por excelencia. Con él dio voz a miles de judíos procedentes de los países árabes que vivían a la sombra de la élite ashkenazí, razón por la cual muchos sefardíes siguen golpeándose el pecho como gorilas al escuchar el nombre del gran rabino.
Ovadia Yosef nació en Bagdad, y en 1924, con seis años de edad, emigró junto a su familia a Jerusalén. Según cuenta la leyenda tejida en torno a su figura, comenzó a asistir a la histórica yeshivá Porat Yoshef, dirigida por el rabino Ezra Atya. El padre de Ovadia le dijo a Atiya que el pequeño no podía asistir más a la yeshivá, porque necesitaba que le ayudara en el negocio familiar. Al día siguiente, Atiya apareció en la pequeña tienda del padre de Yosef, se puso el mono de trabajo y le dijo:
Dijiste que necesitabas a alguien para ayudar y no podías permitirte el lujo de pagarle. Yo soy ese alguien. ¡El aprendizaje de tu hijo es más importante que mi tiempo!
A los 20 años ya fue ordenado como rabino, y en 1947 fue invitado por el rabino Aharon Chueka a enseñar en su yeshivá y a presidir el tribunal rabínico de El Cairo. Regresó a su casa, que ya se había convertido en Israel, dos años después, por desavenencias en el cumplimiento de la halajá y debido a la situación política. Su carrera como sabio del Talmud fue imparable, y quedó coronada con su designación como gran rabino sefardí. Su conocimiento de las escrituras y su interpretación de las mismas le confirieron una autoridad indiscutible tanto en el mundo sefardí como en el ashkenazí. En 1984 funda el partido político Shas, del que ha sido líder espiritual e imagen hasta su muerte, con un objetivo claro: servir de contrapeso al establishment ashkenazí.
En el plano religioso, Ovadia Yosef ha sido un rabino reformador –que no reformista– de la ley judía y la ha adaptado a los tiempos y a las circunstancias presentes. Así, ha sacado gran provecho de lo que garantizó la supervivencia del pueblo judío durante sus 2.000 años de nación sin tierra –y de lo que ahora la mayoría de los haredim reniega–: la adaptabilidad. De ahí que Yariv Ettinger se pregunte en Haaretz si fue un líder político o un reformador social.
Una de sus takanot –leyes promulgadas por un gran rabino que se aplican en un lugar y un tiempo determinados– tenía que ver con la aceptación de la judeidad de los judíos etíopes, los falashas. Asimismo, reconoció también la judeidad de los judíos caraítas, y sentenció que los matrimonios celebrados entre caraítas y ortodoxos son acordes a la halajá (en el judaísmo rabínico la judeidad se transmite por línea materna y en el judaísmo caraíta por la paterna, ergo muchos rabinos no consideran judíos a los caraítas).
En lo referente a las mujeres, decretó reformas hasta entonces impensables en el judaísmo ortodoxo. Las agunot (mujeres cuyos maridos están desparecidos y no pueden casarse de nuevo, al no poder divorciarse o certificar la muerte del esposo) fueron autorizadas a matrimoniar de nuevo, bajo los postulados del rabino Ovadia, tras la Guerra del Yom Kipur, y a las divorciadas las eximió de taparse el pelo –toda mujer casada, según el judaísmo ortodoxo, debe taparse el pelo en público–. Además, en 2009 dio un poder a las mujeres que en la ortodoxia sólo se ha concedido a los hombres: equiparó la validez religiosa de la lectura de la meguilá de Esther –el libro de Esther, que se lee en la festividad de Purim dos veces en público– para ambos sexos.
Sus reformas religiosas también han sido realmente importantes para la política israelí. Como recuerda el diputado de extrema izquierda Dov Khenin, del partido árabe-judío Hadash, Ovadia Yosef declaró: "Por el bien de la paz, se permite renunciar a la soberanía en Jerusalén" . En medio de las negociaciones de Oslo, Yosef señaló explícitamente:
La tierra es importante, pero la vida de una persona es mucho más sagrada. Preferimos la paz a la guerra.
Legitimó religiosamente la concesión de tierras a cambio de paz, lo que representó un impulso al proceso inestimable.
Sin embargo, tanto él como el Shas han dado pie a muchas polémicas y sido protagonistas de episodios intolerables. El rabino Rick Block, presidente de la Conferencia de Rabinos Americanos, principal órgano del movimiento reformista en EEUU, ha dicho que el legado de Yosef "siempre se verá disminuido por sus graves estallidos de intolerancia".
Ciertamente, los desbarres de Yosef en los últimos años han sido, con gran razón, objeto de rechazo y dura controversia. En el año 2000 afirmó que los seis millones de judíos exterminados en el Holocausto eran reencarnaciones de almas pecadoras que pagaban así sus errores, algo que, pese a sus matizaciones posteriores, le ganó la condena de la clase política y de gran parte de la opinión pública israelíes. Desgraciadamente, es aún un mantra que muchos, sobre todo entre los haredim, repiten sin cesar.
En un famoso sermón, insinuó que el alto número de soldados israelíes muertos en la segunda guerra del Líbano se debía a que los militares habían dado la espalda a la vida religiosa y a la Torá. Ya en plena senectud, volvió a agitar Israel cuando dijo que los no judíos están "para servir a los judíos", o cuando llamó a Bibi Netanyahu "cabra" y a Ehud Barak "animal desorientado".
Con todo, el liderazgo político israelí, independientemente del color político, ha aclamado al unísono la figura de Ovadia Yosef y corrido un tupido velo sobre sus más extremistas diatribas. Incluso Mahmud Abás, tal como informa Haviv Retig, de la Agencia Judía, ha enviado sus condolencias a la familia de Yosef. En cuanto al presidente de la Agencia Judía, el histórico disidente soviético Nathan Sharansky, ha afirmado que comunidades judías enteras regresaron a Israel gracias a las decisiones de Rav Ovadia Yosef. Simón Peres, amigo de Yosef desde los años 60, dejó una reunión con el presidente de Chequia y fue a visitar al rabino al hospital, para acompañarle en sus últimos momentos. Peres ha señalado que Yosef resolvió problemas que nadie más podía resolver con su sabiduría y espiritualidad. Bibi Netanyahu, por su parte, ha dicho que fue un gigante de la Torá y de la halajá y un mentor para multitud de personas. En cuanto a la diputada laborista Merav Mijaeli, ha estado bastante acertada al analizar el legado de Yosef:
Es imposible pasar por alto el enorme papel que el rabino Ovadia ha desempeñado en la sociedad israelí, por una parte problemático, pero por otra parte muy importante.
Por y pese a todo esto, el rabino Ovadia Yosef, del que me dijeron de pequeño era mi papa, ha sido una figura clave de la historia del Israel moderno.
© elmed.io
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