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Pablo Planas

Toque de queda en Warcelona

Barcelona es 'Warcelona', dadas las facilidades para albergar plásticas exhibiciones de 'kale borroka' cuando la ocasión así lo requiere.

La capital de Cataluña es conocida por los jóvenes británicos como Follalona, una marca turística como otra cualquiera, entre la playa tailandesa de Pattaya y lo que sería un resort con señoritas que fuman en el bar de la piscina. En cambio, para los jóvenes antisistema (los autodenominados "antifascistas" e independentistas, claro está), Barcelona es Warcelona, dadas las facilidades para albergar plásticas exhibiciones de kale borroka cuando la ocasión así lo requiere. Lo de las megasardanas independentistas es otro rollo, menos espontáneo, desde luego, y bien pastoreado por las policías locales. Pero con la Sagrada Familia al fondo, los contenedores y las banderas españolas ardiendo son una fuente inagotable de estampas guerrilleras viva Zapata y tal a coste cero, barra libre, impunidad total. Aun así, se quejan estos muchachos de que a veces la policía en Barcelona atiza duro y al bulto. Pero esa destreza policial con las pelotas de goma ya es materia de comisión parlamentaria, allí donde Junqueras y Mas sacan pecho de antisistema. En el Parlamento de Barcelona, a diferencia de lo que pasa en el Congreso de los Diputados, las activistas de Femen serían unas monjas de clausura a la vista de lo que se llega a decidir, reivindicar y mentir en esa asamblea, pero esta es otra historia.

En materia de violencia política, desde los encapuchados que se hacen los héroes dándole fuego al monarca hasta los mozos (de escuadra) y sus comisarios políticos, tienden a menospreciar las potencialidades de una ciudad tan abierta y moderna que hasta dispone de oficinas para el reclutamiento de yihadistas, donde los rifeños inadaptados (que no es lo mismo que inadaptados rifeños) sellan el pasaporte para Siria en lo que se tarda en un decir Alá.

Entreverado en estas dos ciudades (la que se conoce por el botellón low cost y el sexo barato barato, y la que renueva las glorias de la Rosa de fuego con paquetes bomba en los cajeros automáticos), el alcalde Xavier Trias, antaño un apacible doctor en Medicina, cumple ahora sus funciones con el perfil marmóreo de un alcalde de Sortu. Un día le calza una camiseta del Barça a la estatua de Colón y al siguiente prohíbe el rodaje en Barcelona de una serie de los Reyes Católicos. Fruto del libérrimo sentido del primer edil para ciertas actividades, a la vanguardia del soberanismo convergente, se entiende que el cine pornográfico haya convertido Barcelona en un inmenso plató para el género gonzo (el más barato, sólo se requiere un aifone y una mujer desnuda sobre unos tacones) y al tiempo se censure un folletín histórico. Es que tiene delito, lo de los Reyes Católicos.

Barcelona es una ciudad acogedora y cosmopolita (de un cosmopolitismo catalán de nivel C, como mínimo) capaz de conciliar el velo islámico con las exhibiciones de una actriz porno a pecho descubierto en un festival dedicado a esos asuntos. El de este año, por ejemplo, se celebrará entre el 10 y el 13 de octubre y será un homenaje a los treinta años del porno español (impactante combinación, la de porno y español, carne de clasificación X). La gracia, si es que la tiene, está en que entre lo de Mas, la Hispanidad y la beatificación de mártires de la Guerra en Tarragona, el festival erótico de Barcelona no le interesa ni a los pornoadictos apolíticos.

Lo de Follalona inquieta al sector turístico un poco, no demasiado tampoco, puesto que el lujo no es precisamente incompatible con el sexo. En cuanto a lo de Warcelona, es casi como un atractivo monumental, algo así como una Boquería del cóctel molotov, los adoquines y los neumáticos combustibles. Un poco de acción nunca viene mal. A los turistas les mola. Y lo de la estelada tiene su punto exótico, como de bandera de Somalilandia.

Pero como en todo hay líneas rojas, no se vayan a pensar. Lo mismo que no se puede salir de un prostíbulo sin pagar, cuidadito con lo del Doce de Octubre y la misa de Tarragona, advierte el portavoz de Mas, Quico Homs. De cara a la Fiesta Nacional, los mandarines municipales y los regionales están con los nervios de punta, a punto de declarar el toque de queda, el estado de excepción y el de sitio si hace falta. Llaman a no salir de casa salvo en casos de extrema necesidad y recomiendan no caer en las provocaciones. Auguran toda clase de riesgos y alertan de la llegada de ultraderechistas a Barcelona y de católicos de todas partes de España a Tarragona. Con lo de los ultraderechistas no habría problema si fueran independentistas, de los propios, facción Estat Català. Tampoco con lo de los católicos, no se crean, pero es que se trata de católicos que se sienten españoles y esa ya es una categoría diferente, como de Ultrasur del barrio del Pilar (Madrid).

Y en medio de tales amenazas (la de los católicos es para tenerla muy en cuenta, poca broma porque a la beatificación asistirá el molt honorable), resulta que se ha convocado una manifestación tan cívica y pacífica como dicen que son las suyas, el mismo sábado Día Nacional, Virgen del Pilar y Fiesta de la Hispanidad, que es a lo que se refiere Homs con lo de no caer en las provocaciones. Y lo más pornográfico de todo es que habrá banderas de España y catalanas sin estrella porque lo han montado unos tipos que dicen ser españoles y catalanes. "Som Catalunya, somos España" o algo así se hacen llamar lo muy provocadores. Y aquí es donde se han plantado Trias, Homs e incluso la monja Forcades. Hasta ahí podíamos llegar, catalanes, españoles y... católicos. Quina barbaritat!

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