Colabora
Percival Manglano

Cosas que aprender de Iron Maiden

¿Por qué no hay un Bruce Dickinson, un Eastwood o un Bruce Willis español que pueda expresar su identificación con la derecha con plena naturalidad?

Nunca fui muy fan de Iron Maiden. No es tanto que no me guste su música cuanto que no la entiendo. Los continuos cambios de ritmo, los complejos arreglos y la excesiva duración de sus temas hicieron que nunca conectase con ellos. Gracias a un tuit de @ZoovyMolongui, he pasado un buen rato leyendo y viendo videos suyos en Youtube. Sigo sin pillarlos del todo, pero mis simpatías hacia la banda han crecido enormemente.

Todo comenzó con un tuit mío en el que contrastaba el hecho de que se critique que Margaret Thatcher vaya a tener una calle en Madrid con el hecho de que violentos líderes no electos como el Ché Guevara las tengan en localidades como Getafe o Fuenlabrada. A partir de ahí, @ZoovyMolongui ironizó sobre la placa dedicada al General Moscardó en Toledo, ciudad que se hizo famosa "porque los Maiden tocaron en su estadio en 1984" y añadió: "Por cierto, Thatcherianos de pro, por lo menos en sus buenos tiempos". Ante el escepticismo de otro tuitero, @ZoovyMolongui mandó esta entrevista en la BBC de Bruce Dickinson, el cantante más destacado de Iron Maiden (ahora con el pelo corto).

Es una entrevista inconcebible para un cantante heavy español. En un momento dado, la entrevistadora le pregunta: "¿Se considera usted un conservador y un euroscéptico?" y Dickinson responde "Totalmente". Insiste la periodista: "Su abuelo era minero. ¿Qué le parecería a él?" Y Dickinson admite que lo era, que sus orígenes son humildes, pero que su abuelo se sintió muy defraudado por el líder de los mineros, y enemigo íntimo de Thatcher durante la huelga de mineros de los años 1984-85, Arthur Scargill, por moverse por intereses puramente personales. Al insistir la entrevistadora en lo sorprendente de su posición, Dickinson responde que "nadie debería pensar que los demás son simplemente caricaturas".

Este intercambio viene al hilo de que Dickinson cuenta su experiencia como empresario en el sector de la aviación, su necesidad de crear varios cientos de puestos de trabajo para que su empresa sea rentable y las dificultades a las que se enfrenta al tener que pagar unos altos impuestos que van al "pozo negro" de las arcas del Estado.

A partir de la entrevista, seguí investigando y descubrí que Dickinson es, en términos de Intelligent Life (la revista cultural de The Economist) un "hombre del Renacimiento" con aptitudes que van desde la composición de música y la escritura, hasta la aviación, los negocios y la esgrima. De hecho, algunas de las letras de los temas de Iron Maiden están inspiradas por escritos del pensador G.K. Chesterton.

¿Quién sería el Bruce Dickinson español? He aquí una pregunta francamente difícil de responder. Pero, más allá de las evidentes críticas que se puedan hacer al clan de la ceja español (produce bochorno ver hoy –bueno, y entonces también– su video de apoyo a Zapatero de 2008), ¿por qué es eso? ¿Por qué no hay un Bruce Dickinson, un Clint Eastwood o un Bruce Willis español que pueda expresar su identificación con la derecha con plena naturalidad? La reciente polémica en torno a las supuestas simpatías de Leticia Sabater por el PP demostró su verdadera naturaleza al desembocar en una exclusiva en Sálvame.

Más aleccionadora fue la polémica generada por la cantante Russian Red en 2011 al decantarse en una entrevista en Marie-Claire por la derecha. Esta simple afirmación le provocó todo tipo de críticas de otros músicos y usuarios de las redes sociales. Sirva como ejemplo de ello esta declaración del rockero Nacho Vegas: "No puedo evitar pensar que cualquiera que se declare de derechas ha de ser un cretino o un cabrón". Russian Red respondió a las críticas diciendo que "existe una totalitarización de la opinión pública que poco se acerca a los ideales de una sociedad progresista" (quizá se acerquen más de lo que ella cree).

Y esta, creo yo, es la clave. La superioridad moral de la que cacarea la izquierda española no concibe que un ámbito tan proclive a demostrar dicha superioridad como es la cultura –al ser equiparada a la conciencia de la sociedad– pueda albergar a enemigos de su causa. No deja de ser irónico que un pensamiento único pueda dominar la cultura de un país, pero España es ejemplo de ello.

Ahora bien, la reciente subida del IVA cultural (una subida que ha equiparado el IVA del sector cultural al de otros sectores económicos) ha llevado a que este pensamiento único se enfrente a sus debilidades. Al tener que sufrir el sector los efectos de una subida de impuestos, se han comenzado a escuchar voces clamando que los impuestos están matando al mismo. Los mismos que habrían acusado de neoliberales e insolidarios a cualquier empresario o trabajador de otro sector que criticase una subida de impuestos en su sector, ahora piden que se les bajen los impuestos. Los Bardem se han encontrado, de repente, liderando manifestaciones para que se bajen impuestos (los que les afectan a ellos, claro).

Quizá hayamos encontrado al Bruce Dickinson español: es la enemiga de las subidas de impuestos Pilar Bardem.

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario