El clasismo que ha gestado la Logse
El PSOE es el responsable de que se haya instaurado en España el más palmario clasismo en la enseñanza.
El proyecto gubernamental de subir un poquito la nota necesaria para mantener una beca universitaria ha caído como una bomba fétida en el fin de curso parlamentario. Entre todos los grupos, incluido el que pastorea el Gobierno, han montado un gran festival de demagogia y confusión con abundancia de homenajes al cinco raspado, esa nota modesta con la que antes simplemente se aprobaba pero por la que hoy igual te ponen una medalla.
En fin, si recuperar las reválidas era "franquista", por aquello de que tales exámenes se hacían en la época de la dictadura, lo de subir la nota para las becas no podía ser menos que "clasista", y, como es natural, los primeros en denunciar tan tremendo golpe a la igualdad fueron los socialistas. Esto, claro, tiene mucha gracia, es decir, no tiene ninguna. Porque los socialistas son los autores de las leyes educativas que se vienen aplicando en España desde hace tres décadas. El Partido Socialista ha tenido el monopolio legislativo en esa materia. Y, por tanto, el PSOE es el responsable de que se haya instaurado en España el más palmario clasismo en la enseñanza.
Insisto: clasismo. Un clasismo embozado –y provocado– por el igualitarismo de su programa educativo. Un clasismo que nadie reconocerá en voz alta, pero que ningún padre ignora cuando llega el momento de decidir sobre los estudios de sus hijos. Pues es sabido que en España conviven dos itinerarios en la enseñanza. Dos circuitos paralelos. Uno para los que no pueden escapar de la enseñanza pública y otro para los que pueden huir de ella. Por uno transitan los que han de contentarse con el bajo nivel general de las escuelas y universidades públicas; por el otro, aquellos que se pueden pagar coles privados y prestigiosas universidades extranjeras.
Esa es la clasista realidad que se ha gestado en España como consecuencia del deterioro de la enseñanza pública. Un descenso de calidad que no es fruto de una mutación extraña de nuestros estudiantes y profesores. No. Su origen se encuentra en el corazón logsiano. Un corazón tan sentimental él, que en nombre de la igualdad baja el listón y consigue el triste logro de igualar a todos en la ignorancia. Un corazón que rechaza la excelencia, ¡nadie mejor que nadie!, y convierte la enseñanza pública en un vivero de mediocres. Y como es un corazón infatuado de superioridad moral no reconoce su error y atribuye siempre el fracaso en los resultados a la falta de inversión, digan lo que digan los datos.
¿Clasismo? A Tony Blair lo acusaron de "elitista" por intentar paliar la degradación de la escuela pública, causada por similares leyes y filosofías educativas, mediante la creación de unos centros de enseñanza alternativos. Al respecto escribió en sus memorias: "Ello [la acusación] se debía no tanto a que fueran elitistas en el sentido de que fueran para ricos, y claramente no lo eran, como a que eran mejores que las demás escuelas locales". Ahí está, de nuevo, el corazón igualitario. Las escuelas para los pobres han de ser todas iguales: ninguna mejor que otra. Es el fin de la enseñanza como ascensor social y el principio de un sistema clasista de facto.
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