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Carmelo Jordá

“Pa asar una vaca”

Si un mero exsindicalista y el cochero de un director general movían esa pasta... ¿de qué fantásticas cantidades totales no estaremos hablando?

Dice la madre de Juan Lanzas, uno de los que ya ha pasado por la cárcel por la trama de los ERE, que su hijo tenía "dinero pa asar una vaca". La expresión tiene su aquel, una cosa rural y atávica que nos hace casi enternecernos con la mujer, orgullosa de que su hijo "le metía veinte o veinticinco mil euros en la cuenta todas las semanas" y ella, como una infanta de España o una ministra de Sanidad cualquiera, no preguntaba de dónde sacaba pa tanto como destacaba.

Menos simpático queda lo de los jamones pata negra –"una cámara llena"–, porque a la mayor parte de nosotros no se nos ocurre asar una vaca en un día cualquiera, pero es ver un jabugo –o incluso un guijuelo– y darle al cuchillo jamonero un rumbo que ni Paganini a su violín. Lo es que es yo, me pongo lírico hasta con las paletillas, imagínense con el pernil propiamente dicho.

Qué oportuno, por cierto, el nombre del maestro italiano: un servidor, y me temo que la mayoría de ustedes, queridos lectores, ni jamón de pata negra ni vaca que asar, pero lo que es paganinis, un rato, a ver si no quién ha pagado lo de Lanzas y lo de todos los demás.

No obstante, más allá de la cosa cárnica, la vida del buscón Lanzas, y también la de su sosias, el famoso chófer de la coca, las fiestas y las copas, abre un interrogante sustancial sobre el conjunto de la trama: si un mero exsindicalista y el cochero de un director general movían esa pasta... ¿de qué fantásticas cantidades totales no estaremos hablando?

Otro detalle que merece reflexión es la conciencia de impunidad con la que unos y otros movían, y lucían, el fruto millonario de la corrupción, que sólo les faltaba a los tíos comprarse un Hummer y una colección de cadenas de oro para ser como los capos de la droga de cualquier barriada negra de los EEUU.

Ojo, nada más lejos de mi intención que sugerir que Andalucía sea algo así como una copia flamenca y cañí de Baltimore Oeste, si bien es cierto que ya le gustaría a Lanzas tener las mañas de un senador Clay Davis, y no digamos ya el porte, la planta y el estilo de un Stringer Bell.

Al final de todo quizá eso sea lo peor: comprobar que hasta para el latrocinio masivo no hemos mejorado en décadas, seguimos anclados en el cutrecrimen, de los calzoncillos de Roldán a la vaca pa asar. Y robando así de feo no se levanta un país, señores.

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