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Federico Jiménez Losantos

Si el Rey respeta al juez, que se calle

El Rey interfirió desde el principio en esta causa y se ha negado de forma aviesa y descarada a colaborar con la Justicia.

Poco dura la alegría en casa del pobre y poco ha durado el respeto de la Zarzuela a la decisión del juez Castro de imputar a la infanta Cristina. Pocas horas después de decir lo que tenían que decir –que no comentaban las resoluciones judiciales–, se han lanzado a comentar, valorar y criticar lo que no deberían asumir como un paso de la infanta hacia el banquillo y la condena, sino como una forma de defenderse mejor. No es verdad, pero es lo único que pueden decir sin caer en la política de desvergonzada presión contra el juez que, a medias con el Gobierno de Rajoy, inauguraron ayer.

El Rey, porque sólo él puede decidir esta estrategia de atacar al juez Castro, interfirió desde el principio en esta causa y se ha negado de forma aviesa y descarada a colaborar con la Justicia. Empezó mintiendo cuando dijo que había ordenado a Urdangarín que dejase sus "negocios", eufemismo para referirse al saqueo de fondos públicos y privados en nombre de la Corona. Era una mentira para despistar a la opinión pública, que además presionaba al juez para mantener el embuste de que Cristina no se enteraba de lo que trincaba. Y trincó tanto como Urdangarín, en Nóos y sobre todo en Aizoon.

Tampoco comunicó el Rey al juez que su abogado Fontao y su empleado García Revenga participaban en la estrategia delicitiva de Nóos y Aizoon. Tampoco colaboró con la Justicia explicando que él había participado desde la Zarzuela, presentando a Urdangarín y Torres a Camps y Barberá. Ni que Corinna, de cuyos pasos está al tanto, había buscado trabajo, léase chollo, a Urdangarín a través de Laureus, ni que había sido invitada al atraco del Valencia Summit, ni hasta qué punto Cristina le había pedido ayuda, como su propio yerno, para el desvergonzado trinque coronado. No ha dicho nunca la verdad, nunca ha colaborado con la Justicia y Urdangarín y su socia siguen en su real cercanía, que es el mayor parapeto fáctico que puede oponer a la Justicia. Si el Rey, Gallardón y Rajoy quieren hacer flaquear al juez Castro, que lo hagan. Allá ellos, pero la que más caro lo pagará será la Corona. Que, después de tanto cobrar, resultará paradójico y poético, amén de intolerable y ridículo. ¿Por qué no se callan?

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