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Emilio Campmany

Café, copa y puro para todos

Para cargarnos la nación ya no nos hacen faltan los nacionalistas, nos basta el Gobierno del Partido Popular.

Éramos pocos y parió la abuela. Como los nacionalistas catalanes no paran de quejarse de lo mal que se sienten siendo españoles y de los encorsetados que se sienten con la organización administrativa de nuestro Estado, en el PP se han puesto a pensar qué modo hay de que al niño se le pase la rabieta. Y se han puesto a lanzar globos sonda. Esto último es lo que ha hecho García-Margallo, se supone que por encargo de Mariano Rajoy. Veamos en qué consiste.

Como navarros y vascos gozan del privilegio del concierto económico y resulta que, por un lado, los catalanes no quieren ser menos y el resto de los españoles nos estamos hartando de tanta prebenda, Margallo ha dado con una vieja solución. Se trata de la misma que ya se le ocurrió a Clavero durante la Transición, "café para todos". Ahora café, copa y puro para todos. Puesto que no tenemos valor para privar del concierto económico a vascos y navarros, y dado que tampoco lo tenemos para negárselo a los catalanes y que el resto se van a poner como panteras, hagamos que todas las comunidades tengan su concierto económico, y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

Más concretamente, Margallo propone que la Administración central se quede con el Impuesto de Sociedades y con el IVA y que el resto, incluido el IRPF, se transfiera a las comunidades autónomas. Lo primero que choca de la propuesta es que la haga el ministro de Asuntos Exteriores, que debe de ser que su departamento y la Corinna le aburren tanto que le queda tiempo para idear una nueva organización del Estado que satisfaga a todos. Y si el problema estriba en que muchos españoles se quejan de los privilegios que los nacionalistas han ido consiguiendo para sus regiones, qué mejor solución que dar a todos los mismos privilegios, y se acabaron las quejas.

La propuesta podría caer bien en Madrid, mi región, ya que aquí hay muchos ricos y se recaudaría mucho y nos aseguraríamos todos los madrileños de que, a diferencia de lo que ahora ocurre, la mayor parte de la riqueza que aquí se genera se invirtiera en nuestra región. Con lo que no cuenta Margallo es que en Madrid no viven tanto madrileños como españoles, y la mayoría estamos encantados de que nuestra riqueza aproveche a todos con tal de que la de otras regiones también lo haga. La propuesta del ministro se carga la solidaridad nacional y condena a las regiones pobres a ser cada vez más pobres para que las ricas puedan aprovecharse más y mejor de su riqueza. Eso sin contar con que habría españoles que pagarían más impuestos que otros. En definitiva, dejaríamos, si es que alguna vez lo fuimos, de ser iguales.

Ya ven que para cargarnos la nación ya no nos hacen faltan los nacionalistas, nos basta el Gobierno del Partido Popular.

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