Represión de expresión
Usar el viejo método de que el que esté contra la tiranía no puede ser mi enemigo es de una tontería absurda.
Nos ha costado tanto aprender lo que significa la libertad de expresión que no estoy segura de que muchos de nosotros lo hayamos comprendido todavía, o si es que los cubanos sencillamente no son seres aptos para entenderlo, si es que han nacido con ese defecto de fábrica.
Para los cubanos es muy todo simple. Desde el mismo instante en que no piensas como mismo piensa el bulto, intentan callarte por todos los medios. Cuando tratas de dar una opinión la coartan por todos las vías. Por tu manera de pensar te acusan de todo lo humano y lo divino, insultan, difaman, y lo peor, empiezan a hacer la labor de zapa, se dedican a la guerrita sucia. Escriben cartas difamando sobre uno, consiguen que te expulsen de los trabajos, te anulan proyectos por su culpa, empieza la brujería y el saoco, y no te matan directamente porque saben lo que podría costarles, pero eliminarte estará en sus planes.
Así sucede en la Cuba de los Castro, y así sucede también en el exilio. Aquellos que parecen los más respetables son los más peligrosos, porque son como tarántulas en la sombra, trepando y soltando el veneno; y eso después de haberlo utilizado a uno y de haberse servido de uno todo lo que les dio la gana.
Pretenden que nos aliemos a lo que no creemos, como si escapar de los Castro tenga que ver con caer en las telarañas y marañas de sus intereses, bajo sus órdenes y sometidos a sus designios. Designios que no son otros que el interés por el poder y el dinero. Yo desprecio el poder, y el dinero lo aprecio cuando lo gano con mi trabajo. Es como debe ser, pero las cosas nunca son como uno piensa que debieran ser.
No le pongo tanta atención a los comentarios que hacen directamente en mi contra y de frente, o les pongo la atención necesaria, sin embargo, sí que estoy muy alerta de las bajezas que se producen por debajo, de las puñaladas traperas, de los traspiés para que no me levante nunca más.
Callarme. Es lo que ansían. Yo viví durante mucho tiempo callada en Cuba, un día me cansé y decidí actuar más que hablar. Hablar hablé poco. Pero desde mi medio, desde la revista Cine Cubano, desde el ICAIC, desde la Unesco, hice lo mío y a favor de gente a la que pude ayudar: cineastas silenciados, periodistas tronados, artistas y escritores repudiados... Cubanos y no cubanos.
La manipulación para darle más respiración a la tiranía castrista resultará peligrosa más a la corta que a la larga; del respiro que piden a gritos ahora que Chávez se les ha muerto y que han despilfarrado todo el tesoro venezolano o lo han colocado a buen recaudo para disfrute de los tiranos y su dinastía se benefician muchos, no solo los dictadores. Menos el pueblo de Cuba numerosos son los que disfrutan del pastel.
De modo que cuando uno decide no solamente rechazar una cuña del pastel, además advierte, da su opinión, sobre las trampas, la infección que podría acompañar al suculento pastel, no encontrará más que enemigos, y muy pocos aliados.
Usar el viejo método de que el que esté contra la tiranía no puede ser mi enemigo es de una tontería absurda. Como ha dicho Charlie Bravo:
Lo mismo decían de Fidel Castro los que lo defendían al principio, el enemigo de mi enemigo es mi amigo; bueno, Castro también estuvo en contra de Batista, lo que no significó nada, porque no tardó en convertirse precisamente en el enemigo número uno del pueblo cubano.
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