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Cristina Losada

Las meditaciones de José Blanco

Si va a escribir un libro, lo que necesita Blanco es un 'negro'.

El exministro de Fomento, ahora diputado raso, anunció dos cosas notables por no anunciar la que hubiera sido relevante y coherente, que era su dimisión. A José Blanco no le debe gustar que acabe viendo su caso un juzgado de Lugo, pues nadie es profeta en su tierra y eso que él lo intentó; de ahí su problema. Se codeó con algún empresario local que hubiera sido mejor mantener a distancia, en lugar de tratarlo en distancias cortas como las que mediaban entre la gasolinera de Guitiriz y un restaurante. Accedió a hacerles favores a primos y amigos, que tienen mucho peligro para un ministro. Así se vio implicado en el caso Campeón, que descubrió un Lugo que estaba ignoto y parecía un suburbio de Chicago. Junto al centro de interpretación de la muralla, van a tener que abrir otro sobre el lado oscuro de la ciudad.

Blanco no deja su escaño quizá porque prefiere vérselas con el Supremo, al que le ha criticado su lentitud, que es una crítica que debe callarse quien ha sido miembro de un Gobierno no hace tanto. ¿Ahora se percata de que la Justicia es lenta? Hombre, ¿qué hizo usted para arreglarlo cuando podía hacer algo? Para entretener la espera hasta que decidan si hay o no juicio oral, escribe un libro con sus reflexiones sobre el tan vidrioso asunto de la presunción de inocencia. Vidrioso, es decir, para él mismo, para el Blanco que disparaba culpabilidades y exigía dimisiones mucho antes del juicio oral y la conclusión de diligencias.

De querer un chiste fácil, diríamos que si va a escribir un libro, lo que necesita Blanco es un negro. Hasta Churchill, que fue Nobel de Literatura, lo tuvo, aunque eso se lo he leído a Hitchens, que tachaba de impostora incluso a Teresa de Calcuta. Pero el exministro ha dado muestras sobradas de su querencia por las frases que hacen titular, de manera que el título le sale seguro. "El PP tiene un problema que no es la caza, sino el cazo", dijo cuando salió la masacre de ciervos que en pleno estallido del caso Gürtel, reunió al instructor Garzón y al ministro de Justicia, Bermejo. "El PSOE tiene cantera mientras que el PP lo que demuestra es que tiene banquillo, pero de acusados", profirió un año antes de que el banquillo le rondara.

Blanco se hubiera ordenado dimitir; es más, no se habría presentado a las elecciones, de haber sucedido todo esto hace unos años. "No vamos a presentar ante los ciudadanos a nadie cuya conducta pública plantee alguna duda", anunció en 2006 muy ufano. Esperemos sus reflexiones, pero bien podía empezar por disculparse con Camps, al que juzgó culpable y resultó absuelto.

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