La barcenitis galopante de Cuatro y Gabilondo
Gabilondo no entiende por qué sus videocabreos a cuenta del caso Bárcenas no encuentren el eco debido en la sociedad española
Los telediarios del canal en abierto que Zapatero regaló al grupo Prisa están últimamente muy entretenidos. Y todo gracias al caso Bárcenas, que los redactores de Cuatro ya no saben cómo denominar, por sus constantes esfuerzos en relacionarlo con todos los casos de corrupción que ha habido en España en los últimos setecientos cincuenta años. A veces tienen un arrebato de originalidad y lo llaman el caso Gürtel-Bárcenas, que escuchas a Hilario Pino pronunciarlo y es que parece que estás viendo el guión entre los dos sustantivos.
Desde que el periódico de Prisa sacó en portada las fotocopias de unas hojas manuscritas con los sobresueldos que Bárcenas estaría pagando a los jefes del PP, todos los esfuerzos del grupo mediático han estado dirigidos a mantener vivo este asunto a cualquier precio. Espoleados por el ridículo histórico de su portada con una falsa imagen de un Hugo Chávez moribundo, en Prisa son capaces de las mayores astracanadas para que se siga hablando de un asunto que, por más que se empeñen, y a salvo de futuras revelaciones de verdadera enjundia, ya sólo parece reducirse al enriquecimiento de origen dudoso de un exmiembro del PP, de los muchos que hay circulando en estos momentos por los distintos juzgados de España.
Este viernes, sin ir más lejos, Hilario Pino dedicó un par de minutos de su noticiero a comentar la imagen de una concejala socialista de Alicante que acudió al pleno con una camiseta serigrafiada con la imagen de las fotocopias de la famosa libreta de Bárcenas publicadas en su día por El País. ¿Qué aporta este hecho a las investigaciones sobre la corrupción en el PP? Nada, salvo la constatación de que la concejala en cuestión tiene un concepto discutible de la elegancia formal y que, con seguridad, es muy fan del periódico de Prisa, cosa por otra parte muy común entre la izquierda instruida. A continuación, un periodista de la casa desplazado a las Fallas de Valencia relataba la primera mascletá a los espectadores explicando que la presencia de jóvenes con sobres vacíos protestando contra la corrupción el PP "había quedado deslucida por la presencia de la lluvia"(sic). No la mascletá; la algarada política, que es lo que cuenta en una pieza sobre el arranque de una de las festividades más populares de España.
Pero el que peor lo está pasando es Iñaki Gabilondo, incapaz de entender que sus videocabreos monumentales en la web de El País a cuenta del caso Bárcenas no encuentren el eco debido en la sociedad española, más allá de algún grupúsculo de radicales o de socialistas ociosos en busca de un sueldo oficial. Cuando no hace tantos años el Gobierno de España estaba involucrado en crímenes de Estado y aquí se robaba hasta la caja de los huerfanitos de la Guardia Civil, Gabilondo optó por un perfil bajo marcadamente institucional. Después fue de la opinión de que, cuando manda el PP, es muy bueno que en la calle exista "tensión". Que alguien le explique que, con esa biografía, es difícil que la gente se lance ahora a las barricadas simplemente porque él lo exija con tono exaltado. Salvo que la policía detenga esta semana a Cospedal en la frontera de Andorra con bolsas de basura llenas de billetes de 500 y tres mudas de ropa interior, claro. Entonces, y sólo entonces, aquí sí que podría pasar de todo.
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