El hecho diferencial estaba guardado en Suiza
El auténtico hecho diferencial no es la lengua, ni el cava, ni una historia inventada ni la sardana. Es el trinque sistemático.
Los datos que este viernes publica el diario El Mundo sobre las andanzas financieras de las familias Pujol y Mas en tierras alpinas avalan las sospechas, ya muy extendidas, de que el verdadero hecho diferencial de la política catalana no es la lengua, ni el cava, ni una historia inventada ni la sardana, sino el trinque sistemático implantado desde la Generalidad.
La organización de tramas delictivas en torno al poder es la actividad en que los políticos del noreste han demostrado mayor destreza; tampoco se le da mal a los socialistas andaluces, que han hecho siempre grandes esfuerzos por superarles en la clasificación del trinque, por supuesto en vano.
Este auténtico hecho diferencial tiene, por su propia condición, dimensiones transversales. Por la rama socialista es justo recordar el caso del senador Josep María Sala, que dio con sus huesos en la prisión de Can Brians a finales de los años noventa por su implicación en el caso Filesa, lo que no le impidió volver por la puerta grande a la política catalana en medio de una ovación atronadora de los miembros del PSC, liderado entonces por Montilla. A partir de ese momento se encargó de formar a los cuadros jóvenes del partido, y así una experiencia política tan acrisolada no quedó sin provecho.
Pero es CiU la formación catalana que más y mayores ofrendas ha realizado para esmaltar debidamente ese hecho diferencial, con una nutrida lista de casos de corrupción en la que el asunto de las presuntas cuentas opacas en Suiza es tan sólo la más reciente anotación. No obstante, todo queda a expensas de lo que la Justicia dictamine en su momento sobre los documentos que la policía está aportando al sumario del caso Palau, origen de esta sugestiva línea de investigación, cuyo principal imputado ya confesó ante el juez haberse apropiado de varios millones de euros de la entidad.
La de páginas gloriosas que D. Josep Pla dedicaría hoy a la escasa sutileza con que, al grito de "España nos roba", el nacionalismo catalán, presunto dechado de virtudes cosmopolitas, se ha convertido por derecho propio en la mayor fuente de corrupción de esa nación que tanto desprecia...
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